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Nội dung text Variaciones sobre Diana y Acteón - Miller, Jacques-Alain.pdf

Variaciones sobre Diana y Acteón II Continuaré hoy en primer lugar con el fantasma y el deseo del Otro. Digo deseo del Otro para traducir, de una manera necesariamente par- cial, la escritura del A de Lacan. Cada vez que hacemos pasar sus escrituras al lenguaje corriente, sin duda agregamos algo que es la significación, lo que hace que pensemos, que nos orientamos en lo que quiere decir pero, al mismo tiempo, le extraemos algo, porque esta significación es parcial. La ventaja de esta escritura es que es única al menos para dos signi- ficaciones: para la significación llamada del deseo del Otro y para la que podemos reconocer menos, la significación de la falla en el significante. Es una sola escritura para esos dos significantes, y es especialmente valiosa tratándose de la cuestión que nos ocupa, que es la del fantasma. El fantasma, por una parte, responde a la falla que se manifiesta en el campo del significante, en el orden significante -podemos decir "orden" porque se trata de una articulación- y, por otra parte, responde a lo que se manifiesta del deseo del Otro. Son fórmulas que pueden parecer complejas pero que espero haber justificado ya a partir de datos clínicos, aunque más no fuera por lo siguiente: el fantasma se manifiesta como un obstáculo en la clínica de la experiencia analítica, y también es una resistencia a la intervención significante del analista, porque después de todo debe- mos abordar el fantasma del lado del analista, del lado de la interpre- tación analítica. 25
JACQUES-ALAIN MILLER Freud nos señala ese carácter de desembocadura para la interpre- tación en "Pegan a un niño" en esas dos frases que les leí la ultima vez y, justamente, en la forma negativa de su frase, que solo se puede hacer reconociendo que el fantasma es ajeno a la estructura de la neu- rosis. La forma misma en que esta frase está formulada nos marca que para Freud el fantasma ocupa lo que en nuestro lenguaje lacaniano es el lugar de lo real como imposible. Lo constata precisamente por la impo- sibilidad de reducir el fantasma al resto de la estructura de la neurosis. Eso lleva a que aquellos que no están familiarizados con esta fra- seología renuncien a ideas como las que dicen que el fantasma serían primeramente imaginaciones en relación con lo cual estaría lo real. Por el contrario, si definimos lo real por los impasses del significante, el fantasma merece que se diga que ocupa el lugar de lo real, en todo caso para el analista, porque a diferencia del síntoma, obstaculiza su interpretación. Considero que estoy -esclarecido por Lacan- al nivel de la lectura de Freud, de ningún modo más allá, no tienen más que comparar la "Psicopatología de la vida cotidiana" y "Pegan a un niño", no tienen nada que ver. La "Psicopatología de la vida cotidiana" es graciosa, ¡es casi el psi- coanálisis divertido! "La interpretación de los sueños" también es una colección extremadamente amena donde se divierten con la interpreta- ción, significantes que tienen efectos unos sobre otros, que se acoplan, que se dividen... y luego todos esos pequeños fonemas que por un lado se juntan y luego de un solo golpe se desplazan, por algo que no es exactamente un movimiento browniano aunque se le parece, y luego se reagrupan en otro punto de la realidad psíquica. El síntoma es evi- dentemente divertido. Podemos hacer reír con la interpretación de un síntoma. Hasta el punto que, justamente, entre estas primeras obras freudia- nas se cuenta el tercero de la serie, el W itz, "El chiste y su relación con el inconsciente", que podemos leer como una recopilación de buenas historias. Hay mucha gente que lo utiliza como una recopilación de his- torias judías para distraerse. Entonces, basta con imaginar esta contra- prueba, no pueden concebir de ningún modo lo mismo en relación con el fantasma. Una recopilación de fantasmas, ¿qué nos daría, tomando Temporalidad del fantasma 2 6
VARIACK MES SOBRE DIANA Y ACTEÓN el modelo de "Pegan a un niño"? Esta colección de frases no sería de ningún modo entretenida. Hacemos, por ejemplo, recopilaciones de pequeños hechos verda- deros como lo hacía Stendhal, o recopilaciones de noticias actuales imi- tadas de publicaciones en el periódico -lo que es bastante complicado de hacer- como lo hada Félix Fénelon -es un autor que Lacan conocía-, que en tres frases nos informan de un tropiezo. Basta con un tropiezo, en eso consisten estas noticias de actualidad, para que se pueda inter- pretar. Basta con un choque -lo más cómico es que en el momento en que pensaba en esto, había justamente un accidente de auto debajo de mi ventana- basta con que dos autos choquen, lo que suscita el interés universal de los transeúntes, y ya tenemos una buena historia. No podemos imaginar hacer una recopilación con el fantasma como ocurre con el chiste, con el Witz. Nunca se lo intentó. Hay una mono- tonía propia del fantasma. La obra de Sade nos da una idea de lo que sería la recopilación del fantasma, y carece de Witz. Lo singular es que se trata de una recopilación del mismo fantasma; ¡una y otra vez duran- te ciento veinte días! Ven que no tiene nada de divertido. Es el hecho de haber sido sustraído a la curiosidad del pueblo durante años, de haber sido leído por aficionados más o menos de manera clandestina, lo que hizo que, no por azar, se suscite ese interés. Los ciento veinte días del fantasma se oponen al relámpago del Witz y a la formación del inconsciente. No nos imaginamos lo que sería pasar ciento veinte días escuchando la misma historia cómica, simplemente poniendo Marius y Olive en lugar de Totor y Nanave, como dice Sade. Si queremos clasi- ficar a Sade, nos da dos puntos extremos de la literatura, que son, por un lado -Lacan se interesó por eso e hizo una pequeña intervención en relación con Gide, que no es un extremo en este sentido-, "Joyce el sinthoma" y luego "Sade el fantasma". Podemos poner tres agregando a Edgar Alian Poe, "La carta robada". Entonces, a diferencia de los otros dos, a Edgar Alian Poe podemos leerlo, mientras que tanto "Joyce el sinthoma" como "Sade el fantasma" son ilegibles. Por un lado, Joyce, aligerado del objeto a que da peso, se entrega al goce puro del significante. Si esto quiere decir algo, Joyce nos da una idea de ello, mientras que Sade, por el contrario, está aplastado por el objeto a, quiero decir en la literatura. No puede desembarazarse de eso. Testimonia de la adhesividad al fantasma, del que es un caso comple- 27

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