Nội dung text Entrevista en la revista Panorama - Lacan, J.pdf
1974 Entrevista en la revista Panorama* Jacques Lacan Emilio Granzotto: Se escucha hablar, cada vez más, de crisis del psicoanáli- sis. Se dice que Sigmund Freud fue superado, que la sociedad moderna descubrió que su obra no basta para comprender al hombre, ni para interpretar a fondo su relación con el mundo. Jacques Lacan: Esos son cuentos. En primer lugar: la crisis. No existe, no puede haberla. El psicoanálisis no encontró para nada sus propios límites, no todavía. Hay aun mucho por descubrir en la práctica y en el conocimiento. En el psicoanálisis, no hay solución inmediata, sino la larga y paciente búsqueda de las razones. En segundo lugar: Freud. ¿Cómo juzgarlo superado si todavía no lo hemos comprendido por completo? Lo que es cierto, es que nos hizo conocer cosas no- vedosas, que no hubiésemos imaginado antes de él. Desde los problemas del inconsciente hasta la importancia de la sexualidad, desde el acceso a lo simbólico hasta el sujetamiento a las leyes del lenguaje. Su doctrina puso en cuestión a la verdad, es un asunto que nos concierne a to- dos y a cada uno personalmente. Es algo muy diferente a una crisis. Lo repito: es- tamos lejos de Freud. Su nombre también sirvió para cubrir muchas cosas, hubo * Esta entrevista, sorprendentemente actual, fue publicada en 1974 en la revista italiana Panorama y estaba destinada a lectores no especialistas. Gracias a la amable autorización de Jacques-Alain Miller, Lacaniana ofrece en este número una traducción al castellano de la versión francesa que fue publicada en La cause du désir n°88 (París, Navarin, 2014, págs. 166-173), que a su vez fue traducida por Paul Lemoine de la versión original en italiano. REVISTA LACANIANA DE PSICOANÁLISIS | N® 22
desviaciones, los sucesores no siempre siguieron fielmente al modelo, se crearon confusiones. Luego de su muerte en 1939, algunos de sus alumnos pretendieron ejercer de otro modo el psicoanálisis, reduciendo su enseñanza a algunas fór- mulas banales: la técnica como ritual, la práctica restringida al tratamiento del comportamiento y como medio de readaptación del individuo a su entorno social. Es la negación de Freud, un psicoanálisis cómodo, de salón. Él mismo lo había previsto. Hay tres posiciones insostenibles, decía, tres ta- reas imposibles: gobernar, educar y ejercer el psicoanálisis. En nuestros días, poco importa quién toma la responsabilidad de gobernar, y todo el mundo preten- de ser educador. En cuanto a los psicoanalistas, gracias a Dios, prosperan, como los magos y los curanderos. Proponer ayuda a la gente implica un éxito asegurado y una clientela amontonándose en la puerta. El psicoanálisis es otra cosa. E. G.: ¿Qué exactamente? J. L.: Yo lo defino como un síntoma revelador del malestar en la civilización en la que vivimos. Ciertamente, no es una filosofía. Aborrezco la filosofía, hace tanto tiempo que no dice nada interesante. El psicoanálisis tampoco es una fe, y no me gusta llamarlo ciencia. Digamos que es una práctica que se ocupa de lo que no anda. Terriblemente difícil, ya que pretende introducir lo imposible, lo imagi- nario, en la vida cotidiana. Hasta ahora, ha obtenido algunos resultados, pero aun no dispone de reglas y se presta a toda suerte de equívocos. No hay que olvidar que se trata de algo totalmente nuevo, ya sea en relación a la medicina, ya sea en relación a la psicología y sus anexos. Es asimismo muy joven. Freud murió hace apenas treinta y cinco años. Su primer libro, La inter- pretación de los sueños, fue publicado en 1900, con muy poco éxito. Creo que se vendieron trescientos ejemplares en algunos años. Tenía pocos alumnos, que pasaban por locos, y ni siquiera estaban de acuerdo acerca de la manera de poner en práctica y de interpretar lo que habían aprendido. E. G.: ¿Qué es lo que no anda en el hombre hoy en día? J. L.: Es este gran hastío, la vida como consecuencia de la carrera hacia el progreso. Gracias al psicoanálisis, la gente espera descubrir hasta dónde se puede llegar arrastrando ese hastío. E. G.: ¿Qué lleva a la gente a analizarse? J. L.: El miedo. Cuando al hombre le ocurren cosas, incluso deseadas por él, cosas que no comprende, tiene miedo. Sufre por no comprender, y poco a poco cae en un estado de pánico. Es la neurosis. En la neurosis histérica, el cuerpo se enferma por miedo a estar enfermo, sin estarlo en realidad. En la neurosis ob- 10 | Inédito de Lacan
sesiva, el miedo mete en la cabeza cosas raras, pensamientos que no se pueden controlar, fobias en las que las formas y los objetos adquieren significaciones diversas y que dan miedo. E. G.: ¿Por ejemplo? J. L.: El neurótico llega a sentirse forzado por una necesidad sorprendente de ir decenas de veces a verificar si una canilla está cerrada realmente, o si una cosa está en su lugar, sabiendo sin embargo con certeza que la canilla está como debe estar y que la cosa está en el lugar en el que debe encontrarse. No hay píldoras que curen eso. Hay que descubrir por qué les sucede eso, y saber qué significa. E. G.: ¿Yla cura? J. L.: El neurótico es un enfermo que se cura con la palabra, y sobre todo con la suya. Debe hablar, contar, explicar él mismo. Freud define al psicoanálisis como la asunción por parte del sujeto de su propia historia, en la medida en que ella está constituida por la palabra dirigida a otro. El psicoanálisis es el reino de la palabra, no hay otro remedio. Freud explicaba que no es tanto que el inconsciente sea profundo, sino más bien que es inaccesible a la profimdización consciente. Y decía que en ese inconsciente, el que habla es un sujeto en el sujeto, un sujeto que trasciende al sujeto. La palabra es la gran fuerza del psicoanálisis. E. G.: ¿Palabra de quién, del enfermo o del psicoanalista? J. L.: En psicoanálisis, los términos “enfermo”, “médico”, “remedio” no son más ajustados que las fórmulas pasivas que son utilizadas habitualmente. Se dice [en francés]: se faire psychanalyser [hacerse psicoanalizar]. Es un error. Aquél que hace el verdadero trabajo en análisis, es aquél que habla, el sujeto analizante, aun si lo hace del modo sugerido por el analista que le indica cómo proceder y lo ayuda con sus intervenciones. También le aporta una interpretación. A primera vista, ésta parece dar un sentido a lo que dice el analizante. En rea- lidad, la interpretación es más sutil, tiende a borrar el sentido de las cosas por las cuales sufre el sujeto. El objetivo es mostrarle a través de su propio relato que el síntoma, la enfermedad, digamos, no tiene relación con nada, que está privado de todo sentido, incluso si en apariencia es real, no existe. Las vías por las cuales procede este acto de la palabra exigen mucha prác- tica y una paciencia infinita. La paciencia y la mesura son los instrumentos del psicoanálisis. La técnica consiste en saber sopesar la ayuda que se da al sujeto analizante. Por eso, el psicoanálisis es difícil. E. G.: Cuando se habla de Jacques Lacan, se asocia inevitablemente ese nom- bre a una fórmula, el “retomo a Freud”. ¿Qué significa esto? Jacques Lacan Entrevista Panorama | 11
J. L.: Exactamente eso que es dicho. El psicoanálisis es Freud. Si se quiere hacer psicoanálisis, hay que volver a Freud, a sus términos y sus definiciones, leídos e interpretados en su sentido literal. Fundé en París una Escuela freudiana precisamente con ese objetivo. Hace veinte años o más que expongo mi punto de vista: el “retomo a Freud” significa simplemente despejar el terreno de las des- viaciones y de los equívocos de la fenomenología existencial, por ejemplo, tanto como del formalismo institucional de las sociedades psicoanalíticas, retomando la lectura de su enseñanza según los principios definidos y enumerados a partir de su trabajo. “Releer a Freud” quiere decir solamente releer a Freud. En psicoa- nálisis, quien no lo hace, utiliza una fórmula abusiva. E. G.: Pero Freud es difícil. Y Lacan, dicen, lo vuelve francamente incompren- sible. Se le reprocha a Lacan hablar y sobre todo escribir de tal manera, que sólo muy pocos adeptos pueden esperar comprender. J. L.: Lo sé, se me considera como un oscuro que esconde su pensamiento detrás de cortinas de humo. Me pregunto por qué. A propósito del análisis, repito con Freud que es “el juego intersubjetivo a través del cual la verdad entra en lo real”. ¿No es claro? El psicoanálisis no es cosa de niños. Mis libros tienen reputación de incomprensibles. Pero, ¿para quién? No los escribí para todo el mundo, para que sean comprendidos por todos. Al contrario, nunca me ocupé en lo más mínimo de complacer a ningún tipo de lector. Tenía cosas para decir y las dije. Me basta con tener un público que lea. Si no compren- de, paciencia. En cuanto al número de lectores, tuve más suerte que Freud. Mis libros son incluso muy leídos, estoy asombrado por eso. También estoy convencido de que dentro de diez años, como máximo, quien me lea me encontrará completamente transparente, como un buen vaso de cerve- za. Tal vez entonces se diga: “¡Ese Lacan, qué banal!”. E. G.: ¿Cuáles son las características del laconismo? J. L.: Es un poco pronto para decirlo, ya que el lacanismo no existe aun. Se siente apenas el olor, como un presentimiento. En todo caso, Lacan es un señor que practica el psicoanálisis hace al menos cuarenta años, y que lo estudia desde hace esa misma cantidad de años. Creo en el estructuralismo y en la ciencia del lenguaje. Escribí en mi libro que “[...] a lo que nos remite el descubrimiento de Freud es a la enormidad de ese orden en que hemos entrado, en el que, si así puede decirse, hemos nacido por segunda vez, saliendo del estado nombrado con justicia infans, sin palabra: o sea, el orden simbólico l...]”.' 1 Lacan, J.: “El psicoanálisis y su enseñanza” , Escritos, Siglo XXI, 2. ed. revisada, Bs. As., 2008, pág. 418. 12 | Inédito de Lacan