Nội dung text La soledad del goce - Miller, Jacques-Alain.pdf
LA S O L E D A D DEL G O C E * Jocques-Alain Miller La sexualidad Sabemos que Freud descubrió algo a lo que le dio im- portancia, logró hacer admitir que el niño tenía una se- xualidad, que la sexualidad es complicada... Pero aún no hemos podido darle la importancia suficiente a aque- llo que Freud, y el psicoanálisis, descubrieron respec- to a la sexualidad. Primero podemos decir que en el psi- coanálisis no se trata, de ninguna manera, de la se- xualidad por doquier. La sexualidad por doquier es lo que se encuentra en la visión y en la concepción del mundo relatado por los mitos o, por ejemplo, en las sabidurías orientales. Allí encontramos con claridad los elementos macho y hembra, que están presentes en todo el universo y lo organizan, ya sea en lucha o cooperación, se com- binan de diversas formas y, entonces, se busca el me- jor arreglo entre el ying y el yang. Sé que voy un poco rápido con este tema pero, es lo que se llama pansexualismo. La palabra griega "pan" quiere decir todo. Justamente el psicoanálisis no es un pansexua- lismo. Porque en un pansexualismo, el principio ma- cho y el principio hembra son distintos y opuestos, en- tonces complementarios. Se trata de una polaridad, como cuando se dice polo positivo y polo negativo en el campo de la electromagnética, es decir, cuando ha- blamos de los imanes. ¡Ah! ¡Qué bueno seria! ¿No? Que el amor entre un hombre y una mujer fuese así. Que hubiese una a- tracción invencible que juntara a uno contra el otro. Que se fundieran en la naturaleza de las cosas, gracias a una fórmula que pudiera escribirse con signos posi- tivos y negativos. Y que obedeciéramos a esa fórmula. Sería mejor que esas agencias matrimoniales moder- nas que les hacen llenar fichas para incluirlas en algún programa y seleccionar una muestra de potenciales candidatos. El lazo sexual pasa por esta herramienta contemporánea del saber, como es la computadora. Existe, además -y es más bonito-, el mito griego an- tiguo, que le dio forma a este sueño de complemen- tariedad. Un mito creado por Platón, que lo puso en boca de Aristófanes. Es tan simple como que cada ser humano proviene de un huevo inicial, donde estuvo fundido con su mitad, confundido con ella y que, desde el nacimiento, cada uno se encontraría sepa- rado de su mitad, a quien tendría que buscar por todo el mundo. Es una bella alegoría del deseo. Solo que el mito de Aristófanes, que dice que ustedes tendrían su mitad en algún lugar y que es su com- plementario, no dice que el mismo sea con seguridad del otro sexo que el suyo. Eso hace una diferencia. Y es más complicado que esa idea del casamiento perfecto entre dos sexos concebidos como simétricos y opues- tos. El ejemplo de los imanes no es muy convincente tampoco porque allí son los polos de signos iguales que se atraen y los de signos opuestos que se rechazan. Además, la palabra imán, que nada tiene que ver con el amor, viene de la palabra griega “adamas"' que quiere decir cuerpo duro, “el hierro más duro". Entonces lo que está puesto en cuestión, dado que Freud descubrió la sexualidad, es la complementa- riedad de los dos sexos. Esta complementariedad no se puede negar, por supuesto, cuando se trata de la reproducción. En ese nivel, el biológico, podemos ad- mitir que existe una relación natural necesaria entre los dos sexos. Hemos tomado eso como punto de
apoyo sobre el que se ha elucubrado ^ucho Particu- larmente se propuso una ley, una ley naturaI iiiciend que era de esta manera y con ese fin, el de la pro ación, que el ser humano debía relacionarse sex - mente con el cuerpo de otro ser humano. Cuando de- cimos ley natural, la palabra ley es muy equivoca No se trata de la ley en el sentido del electromagnetis- mo. a la que los cuerpos imantados obedecen necesa- riamente. Porque un cuerpo humano puede hacer de manera muy distinta con el cuerpo del otro, a dife- rencia del esquema complementario. Y cuando deci- mos ley natural no se trata de las leyes que se votan en el parlamento... es una ley en el sentido de la natu- raleza, si se acepta que la naturaleza es una creación divina! Entonces, la ley natural sexual seria la inter- pretación de una voluntad o de un anhelo de la natu- raleza. Hasta podríamos decir una interpretación del deseo de Dios, que estaría presente en la naturaleza, apoyado en lo que es difícil de negar, la complemen- tariedad de los dos sexos a nivel biológico. De esta manera, esta interpretación ya no es tan probatoria co- mo había podido ser desde que fue perturbada por la ciencia, la ciencia de lo vivo. Es decir, la reproducción, la procreación, se ha independizado del acto sexual. En lo que atañe a la reproducción ya no es más cuestión de las personas, del hombre o de la mujer, sino del espermato- zoide y la gameta. Es eso lo que opera a ese nivel. Freud descubrió algo comparable: descubrió que hay en el cuerpo del ser humano, una sustancia, entre co- millas, una entidad, un ser, podemos decir, si se lo pre- fiere, un funcionam iento raro y que está alojado en el cuerpo del hombre como también en el cuerpo de la mujer, y que eso no sirve para la reproducción de la especie, ni siquiera para establecer la relación sexual con otro cuerpo. Sino al contrario, establecer una rela- ción especial con el propio cuerpo. Es lo que llamamos con Lacan, a partir de él, goce. Por supuesto que tam- bién se goza del cuerpo del otro. Pero, ¿cuál es el lugar de este goce?¿Dónde podemos localizar ese goce? No puede ser localizado en el cuerpo del otro. Ese goce está, si puedo decirlo así, en el cuerpo de uno. Es muy materialista esta form a de ver las cosas, es el materialismo del goce, y el goce es un estado del po, se podría decir del propio cuerpo. CUer- ¿Cuál es la finalidad de este goce? ¿Para qué sirven lo que sabemos es que es buscado por si mismo | 0 quiere decir que hay, y trato de simplificar al máxim ^ go que es mucho más complicado. Hay en el cuerp0°h' mano algo que busca gozar de sí-mismo. Busca gozar en nombre de ese "se" desplazado. ¿Se acuerdan cua el cardenal que después devino Papa, Benedicto XVI ^ caba en ese entonces la dictadura del relativismo? Puesb ^ aquí, en el psicoanálisis, el goce no es relativo, porqué' encontramos relativismo. El goce es un absoluto, p0rqn° no está del lado de nada más que de él mismo, obtiene^ finalidad en él mismo. Es el reinado del goce para el go^ Para que se entienda qué es el goce, Lacan daba el e- jem plo del gato que ronronea y que todo su cuerpo^ pone a vibrar. Freud, para hacer comprender que el go- ce no era la satisfacción de una necesidad ni de un de- seo, sino algo más que la satisfacción de una necesi- dad, inventó algo que hasta ese día no tenia nombre inventó la pulsión. Decía que la pulsión era también un mito que le servía para pensar la paradoja del goce. La paradoja era que, haciéndole falta un objeto a esa pulsión, eso no era lo que contaba, porque ese objeto podía remplazarse por otro. Lo que cuenta es que por medio del objeto algo puede gozarse. Tomo como ejem plo el hambre. Es un estado del cuerpo que, admitámos- lo, señala la necesidad de un alimento, de un objeto.de una sustancia que pueda alim entarnos. Ahí es clara la necesidad. Pero la pulsión, lo que Freud llamaba la pulsión oral, ¡es otra cosa! El bebé quiere la teta y le dan el chupete, y está bien porque también conviene. Basta con el chupete aunque no provea ningún a li- mento, es un señuelo. Entonces, ¿qué es lo que el ch u pete satisface? Freud decía que debemos suponer la satisfacción de una pulsión, que perm ite el gozar-se.Y la im agen que em pleaba a propósito de la pulsión oral era la de la boca que se besaría a sí misma. En este ca- so el objeto es indiferente, no es más que el medio pa- ra que la boca se bese a si misma. . Es decir, que el goce no establece una relación cone cu erp o del otro. Pero afecta al propio cuerpo y la Pu
sión busca satisfacerse en el cuerpo propio. Como lo ■ Publicado con la amable automación de J.-A . Millrr, alocución radial, 2005 expresa el psicoanálisis, la pulsión es autoerótica. A nivel de la pulsión, a cada cual lo suyo. ADAMAS, á&apát; que vgnifica: hierro, acero, diamante. Proviene de la prrvativa Se puede morir en lUQar de otro pero cada uno esta ^ 6opáti>, que significa: domeñar La traducción a la letra seria: indomable, indo- 50I0 frente a la perspectiva de la muerte. Bien, diga- meñable. ADAMAS es la raí/ etimológica de la palabra imán. que en francas 'aim aní', fflOS también que cada uno está solo con SU goce. Hay es ^omógrafa al participio del verbo amar ’ a tm a n t' Como lo aclara i.-A . MtUer. no una soledad del goce que está velada por los ideales, significan io mismo por el amor, por el altruismo, y es esta soledad del goce la que se descubre en el consultorio del analista. Allí, cuando caen todos los velos. De hecho tendríamos que preguntarnos si el analista no estaría para que no ten- gamos tanto miedo cuando esta radical soledad se des- cubra. Entonces, ¿qué es lo que descubre? Que esta- mos encerrados en una prisión de fantasmas, de sín- tomas, de deseos, de recuerdos, de grandes ideas, de pequeñas cosas, encerrados en nuestra prisión de a- mor y de odio, de aburrimiento, de alegría, de sufri- miento. Que todo esto está para gozar, para gozar-se y que el gozar-se, en el fondo está para nada. Es una verdad que lleva su nombre: es una verdad cínica. Y el analista, que no es el portavoz de ningún ideal, y que en su práctica debe cuidarse de no sentir amor o qui- zás compasión, debe mantenerse al nivel de esa verdad cínica que corresponde al absoluto de este gozar-se. Con todo esto, me dirán, sin embargo ¡hay lazo! ¡Exis- te la pareja! ¡Existe la sociedad! Justamente, existe todo esto y es muy difícil comprender cómo lograron me- terse a pesar del goce. El goce necesita de instrumentos, necesita de medios para gozar, así como la boca necesita el chupete. En el fondo, el verdadero com plem ento está ahí, en ese ob- jeto, como el chupete, en ese figurante, en ese tapón. Es por ello que primero lo descubrimos en el psicoanálisis bajo el nombre de objeto perdido. No como aquella mitad de Aristófanes, pero si como ese tapón, que es lo más pre- cioso que ustedes tienen y que habrían perdido. Y bien, es por ahí que el individuo está conectado con la civilización que le provee de qué gozar y, en efecto, lleva- do por los movimientos de la civilización, este se renueva. Tal como los síntomas, que también se renuevan. Traducción: Catery Tato