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Fobias: Nueva cátedra Psicopatología 1. Dr. Prof. Fabián Naparstek. 07 de noviembre de 2011. Teórico 20. Hoy comenzaré introduciendo el tema de la fobia. La próxima clase, veremos la cuestión de los finales y, también, quisiera escuchar la opinión de ustedes acerca de la cursada. Igualmente, habrá en la página una encuesta que ustedes podrán completar y que es muy importante para nosotros, contar la impresión de ustedes. La encuesta no es extensa, también es anónima. Aunque, a decir verdad, para nosotros la primera devolución son los parciales; y siempre digo esto, no solo los parciales evalúan a los alumnos sino también a la cátedra y, por lo tanto, a los docentes. O sea que, si el ochenta por ciento no aprueba la pregunta, es que el tema no estuvo bien dado o la pregunta no fue formulada de manera afortunada, etc. Y así podemos tener datos más precisos y mejorar algunas cuestiones de la cátedra. Por eso me interesa, la próxima clase, tener una conversación con ustedes. Respecto de la fobia, tuvimos la vez pasada un encuentro casi a capela respecto a la angustia y, a partir de eso, podemos avanzar un poco más sobre las fobias. Ustedes tienen trabajado el caso Juanito. Se puede abordar el tema de la fobia desde varios textos. Elegí hoy el texto “Lo inconsciente”191, que sigue la lógica freudiana. En este texto Freud parte de la angustia. En cambio, en el historial de Juanito, parte de un tiempo previo a la angustia. Ahora lo voy a especificar. Hay al menos tres tiempos según desde donde uno tome como punto de partida, y si partimos desde el caso mismo de Juanito192, quizás se podría hablar de cuatro tiempos: Tiempo cero Tiempo 1 Tiempo 2 Tiempo 3 Previo a Angustia. Angustia Fobia Parapetos fóbicos. En “Lo inconsciente”, Freud parte del tiempo de la angustia, el tiempo de la fobia propiamente dicho y el tiempo de los parapetos fóbicos. A eso, si uno lo toma desde el historial de Juanito, uno puede agregarle el antecedente previo a la angustia. Hay un tiempo cero que a mí me gusta llamarlo previo a la angustia; yo lo llamo así, no Freud. Allí describe este tiempo en el primer capítulo del historial. Freud transcribe todo lo que le ocurre a Juanito antes que aparezca la angustia. Esto es previo a la angustia. Ello es importante porque hay un interés muy freudiano del cual hemos hablado a lo largo de toda la cursada. Freud tiene la hipótesis que hay algo que es lo que hace que se pase de un tiempo al otro, es una pregunta freudiana por excelencia. Freud sostiene que, si uno se instala en una posición, se queda allí por siempre, salvo que algo suceda. Entonces, tiene que acontecer algo que justifique el paso de un tiempo al otro, tal como lo mencionamos. Este tiempo previo es lo que el padre de Juanito le lleva a Freud, para corroborar las teorías, fundamentalmente, las teorías sexuales infantiles. Este era un señor que leyó a Freud y advierte como se corrobora en su hijo aquello que Freud fue planteando, ya no el relato de 191 - Freud, S. (1915). Lo inconsciente. Obras Completas, tomo XIV, Cap. VII. Op. Cit. 192 - Freud, S. (1909). Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Obras Completas, tomo X. Op. Cit.
una neurosis adulta que hace el racconto de su neurosis infantil -como es el caso del Hombre de los Lobos-, sino que es un observador de un niño. ¿Y qué es lo que cuenta el padre de Juanito? Fundamentalmente, que Juanito corrobora la premisa universal del pene. Para Juanito todo el mundo tiene la “cosita de hacer pipi”. Ustedes lo encontrarán con todos los detalles en el historial: no sólo todo el mundo sino todas las cosas, la mesa, la silla, etc. tienen o no la “cosita de hacer pipi”. Hay que pensar que esta teoría se relaciona para Freud con la satisfacción sexual. Todos gozan de la misma manera, es la premisa universal del falo. En un estado de cierta tranquilidad, se puede gozar de lo mismo, no hay diferencias de clases sociales, todo el mundo tiene la misma satisfacción y no hay, por ende, nada que temer. En la premisa universal del pene no hay nada que temer, todos poseen el mismo atributo. Freud, a raíz de esta teoría, en el historial establece el lazo cercano que Juanito tiene con su madre. Los juegos que hay entre Juanito y la madre, después serán retomados por Lacan para ir un poco más allá de Freud en este punto. Entonces, están los juegos con la madre, todos tienen la cosita de hacer pipi y no tiene ningún temor. Esto está desarrollado extensamente hasta donde aparece la primera angustia. El padre, explícitamente en el segundo capítulo del historial, señala que desde ese momento escribe para un caso clínico, ya no para contar los detalles previos. Entonces surge la pregunta de Freud: ¿Qué es lo que hace que aparezca la angustia en Juanito? Freud tiene dos intentos de respuesta. Aunque, valga la aclaración, ninguno de los dos le termina de convencer. Esto no quiere decir que Freud abandone la pregunta. En muchas ocasiones uno reconoce la rigurosidad intelectual con la que Freud encara un problema: plantear el problema y no encontrar una respuesta, no implica abandonarlo. En cuanto a su intento de respuesta, hace referencia al nacimiento de la hermana de Juanito y, por otro lado, también a la amenaza de castración. ¿Por qué no lo convence a Freud esto? Porque la angustia aparece mucho tiempo después de todo aquello. No se explica por qué la irrupción de la angustia aparece un año después del nacimiento de la hermana, o de la amenaza de castración. Sin embargo, Freud ubica esto desde dos perspectivas, que son las que les anticipaba. Por un lado, el lugar que Juanito tenía para esa madre y, por otro, el nacimiento de la hermana, que lo desplaza a Juanito desde la lógica freudiana, lo desplaza de ser el falo de la madre. Porque la idea de Freud es que Juanito completa a la madre en términos de falo. Es decir que, el nacimiento de la hermana, pondría en cuestión el lugar del falo de Juanito y, la amenaza de castración, aparece como aquello que se pone en juego con respecto al propio órgano debido a la actividad de la masturbación. Para Freud no alcanza con la amenaza de castración, sino que tiene que haber además un encuentro. Es condición que, a la amenaza, se le tiene que sumar la visión de alguien que no responda a la premisa universal del pene; o sea, que no lo tenga. Es a partir de allí que Freud sostiene la pregunta y no encuentra respuesta adecuada. Es Lacan quien retoma a Freud en sus impasses y es precisamente desde este punto que les he citado. En términos de Freud, éste es un impasse respecto a la fobia, a la fobia en Juanito, la pregunta de por qué se angustia. Aquello que aparece con claridad en Freud es que una cuestión es la angustia en tanto tal y, otra, es la fobia propiamente dicha. Desde estas dos perspectivas abordamos este tema. La vez pasada vimos la distinción entre miedo, angustia y sobresalto y recuerden que, para Freud, el miedo está ligado a un objeto. Esta perspectiva está asociada a la otra, donde la angustia es energía libre. Cuando hablábamos de la angustia, esa energía quedaba libre, ese
afecto no se ligaba a nada y el sujeto vivía esa experiencia como angustia, energía libidinal, energía sexual. La fobia es el primer paso de la ligazón del afecto a un representante. El afecto que es energía libre, que queda flotando, que no se ligó en el mecanismo psíquico, logra en la fobia -al menos para Freud- que el afecto se ligue a un representante único que, en este caso, es el caballo. Freud, más adelante, en “Inhibición, síntoma y angustia”193 da cuenta claramente de la razón por la cual la fobia es un síntoma: porque hay una sustitución de uno por otro, del caballo en lugar del padre, y eso hace síntoma. Para Freud, que el caballo vaya al lugar del padre, ya implica un síntoma. Es, a mi gusto, la versión más lacaniana del síntoma -en el primer Lacan- porque tiene la idea de que el síntoma es una metáfora, una sustitución de uno por otro. Cuando Freud distingue a la fobia de la angustia, es que ya está ubicando algo del síntoma. Teniendo en cuenta que para Freud síntoma y angustia no son lo mismo. Depende de la época de Freud, el síntoma es una solución, o no, para la angustia. En este caso, para Freud, el síntoma es un avance respecto de la angustia; es decir, que la energía flotante se ligó a algo. El afecto queda ligado a un representante: el caballo. Entonces, ya no es todo el mundo amenazante e imposible como en la angustia. Sino que aquello que hay que evitar son los caballos. Es necesario tener en consideración que, en la época de Juanito, los caballos eran moneda corriente, los carruajes andaban por las calles. Pero la fobia ya implica algo, localizar algo. El síntoma siempre tiene un efecto de localización. Esta es una idea muy lacaniana, pero que ya está presente en Freud de diversas maneras. En el caso de la fobia, la localización del síntoma fóbico es una localización del espacio. Lacan dice: Geografía del espacio. La fobia arma una geografía del espacio. Con el síntoma fóbico, uno sabe por dónde ir y por donde no. En este sentido, la estructura de la fobia es fuerte y difícil de conmover. En la histeria, la localización del síntoma es una especie de geografía corporal -si me permiten decirlo así, siguiendo la fórmula lacaniana de la fobia-. A partir de síntomas conversivos, se localizan puntos de satisfacción en el cuerpo. En cambio, en la neurosis obsesiva, hay una localización en el pensamiento y, por lo tanto, hay una geografía del pensamiento. Por donde se puede pasar y por donde no. Ciertos temas de los que mejor no hablar. Esto está ejemplificado en una película argentina “Hombre mirando al sudeste”, en la que el personaje iba suprimiendo cada día alguna palabra, que no iba a operar más en su vocabulario. Las iba tachando una a una y eliminando de su léxico. Así como la fobia arma una geografía del espacio, por donde andar y por donde no, resulta difícil de conmover el modo en cómo están estructuradas algunas fobias. En la constitución sintomática, Freud diferencia a la fobia, de la histeria y de la neurosis obsesiva, porque la ligazón del afecto en la fobia es a un solo representante. La neurosis obsesiva muestra como el afecto se va desplazando de representante en representante y, por eso, tiene que armar la geografía del pensamiento; y todo se le vuelve imposible, se desplaza tanto que es interminable. Cada vez más medidas protectoras, como defensa, porque todo se sexualiza. De hecho, Freud compara la fobia con la neurosis obsesiva y muestra la ventaja de la primera, ya que al armar el síntoma fóbico logra poner el problema en el caballo y puede vivir una relación pacífica y tranquila con el padre. En cambio, la neurosis obsesiva vive una relación permanentemente tormentosa con el padre. 193 - Freud, S. (1926). Inhibición, síntoma y angustia. Obras Completas, tomo XX, Cap. 3 al 7. Op. Cit.
El tercer tiempo de la fobia es el de los parapetos fóbicos, justamente más parecido a la neurosis obsesiva, en tanto hay desplazamientos. Del caballo, como único representante, al caballo blanco, el carro enganchado, etc. Se va ampliando y produciendo desplazamientos en el campo psíquico. Hay un núcleo sintomático de la fobia, esto es muy habitual en los niños, en tanto la fobia es, por excelencia, un sustituto del lugar del padre. Entonces, se trata de algo constitutivo, algo de la presencia paterna, queda metaforizado por un animal o por el representante que sea. La fobia, en su armazón -siempre y cuando funcione bien- tiene mayor solidez que la neurosis obsesiva. En “Inhibición, síntoma y angustia”194 Freud señala las características de la fobia y de la neurosis obsesiva, que recién les señalaba, respecto del destino de la ambivalencia. En la neurosis obsesiva, el amor al padre es paralelo al odio al padre, llevan a la duda permanente. La causa de la duda es la ambivalencia afectiva, si uno duda del principio, duda de todo; pongo la piedra, saco la piedra. En la fobia encontramos una solución más fuerte. Al poner el odio en el caballo, se puede querer al padre: Amor al Padre/Odio al caballo. El odio al caballo retorna retaliativamente en el miedo al caballo. Freud señala que el problema es la hostilidad y, en este sentido, la fobia ayuda a la buena relación con el padre. Veamos ahora la perspectiva de Lacan. Respecto del momento previo a la angustia, en el Seminario IV195, Lacan sitúa a Juanito como el falo de la madre; es decir que Juanito es el falo imaginario de la madre. Esto es similar a lo que plantea Freud. Juanito en el lugar de Falo de la madre, como aquello que completa a la madre. Ustedes recordarán al final del capítulo 1 del Caso Juanito, cuando describe la escena en el baño. Juanito le pide a la madre que le toque el hace-pipí; y la madre le dice: “Eso es una porquería”. Encontramos ahí dos cuestiones. La amenaza de castración, por un lado, pero también el señalamiento de una parte del cuerpo como una porquería. Juanito sale allí del paraíso en el que estaba. Esto está en relación a lo que Lacan marca en términos del pasaje de ser el falo, a tener el falo. Hay hombres que están ubicados más del lado del ser. Un paciente decía “siempre soy el osito de las mujeres, ellas me levantan a mí”. El problema era cuando tenía que tener y hacer uso de eso. Muchas veces las disfunciones, los problemas ligados al uso del órgano, están relacionados con esta cuestión del pasaje del ser al tener. Cuando la madre le dice “Eso es una porquería”, el “eso” señala algo de su cuerpo que es separable, diferente de lo demás. Ahí aparece algo de la castración. De una parte separable y que queda signado con un rechazo. Tener, implica siempre la posibilidad de perderlo. Por eso, las mujeres, tienen la ventaja de ya estar castradas, perdido por perdido... Siempre se señala el aspecto positivo del tener, pero Freud y Lacan, por momentos, destacan que la posición del que no tiene habilita a no estar calculando por la posibilidad de perderlo. La castración pone en juego esa operación de separación de todo el cuerpo respecto de esa parte. “Eso” guía la vida de Juanito y, en general, de los hombres. Lo que hay que preservar, la preocupación por la satisfacción, etc. Lo cual produce un efecto de localización muy precisa. De hecho, es una queja muy femenina que los hombres sólo se orientan con eso. 194 - Ibidem. 195 - Lacan, J. (1956-57). El Seminario, Libro IV: “La relación de Objeto”. Buenos Aires: Paidós, 1994.