Nội dung text 121-130.docx
Escarchado es la más rara. Al principio no tenía la habilidad de pasar del monstruo simio milenario que protege el campo de flores, pero he progresado mucho en los últimos días y he conseguido recoger una docena más o menos, que adjunto con la carta. Por favor, envíale mis saludos a la tía y a Shizun." ...... Las cartas a menudo venían acompañadas de pequeños juguetes, hierbas medicinales o piedras espirituales. Además de escribir a Xue Zhengyong, Mo Ran también le escribía en privado a Shi Mei. El contenido de estas cartas era sobre todo acerca de los lugares a los que iba y las cosas que veía, preguntando cómo estaba y recordandole que se abrigara bien, y otras cosas muy triviales. Las pinceladas en el papel eran un desastre lleno de errores al principio, pero a medida que pasaba el tiempo, aunque la escritura no era precisamente buena, gradualmente se enderezó en algo limpio y maduro, con cada vez menos errores. Un año pasó en un abrir y cerrar de ojos. Un día, mientras Xue Zhengyong saboreaba el té fresco de primavera, llegó otra carta de Mo Ran. Leyó la carta con una sonrisa antes de dársela a Madam Wang, cuyos labios se curvaron en una sonrisa también cuando leyó. "Su escritura realmente ha mejorado."
cielos tenían sus propios planes." Los cielos tenían sus propios planes, eso es lo que Mo Ran también pensaba. Viajó por todo lugar, desde las brumosas lluvias de Jiangnan al sur hasta el paso Sanguan de Saibei al norte, se sentó junto al Río Toulao y bebió vino de arroz en verano, se acurrucó junto a la hoguera y escuchó una melodía en la flauta Qiang en invierno. En su vida pasada, después de declararse Emperador, había poseído todas las tierras bajo los cielos, pero ni una sola vez se tomó el tiempo de recorrerlas, de ir a ver las linternas y los barcos de pesca del este o los acueductos subterráneos del oeste; nunca se molestó en notar las oscuras, endurecidas y agrietadas plantas de los pies de un mozo que transportaba palos cargados a través de caminos empedrados; nunca se detuvo a escuchar el canto de los jóvenes aprendices de la compañía de ópera, sus voces sonaban como seda rasgada, elevándose hacia los cielos: "Tan brillante esplendor, rebosantes flores floreciendo, sobre un fondo desolado, de muros arruinados y decrépitos..." Ya no era más Taxian-jun, no volvería a ser Taxian-jun en esta vida. Él era... "Da-gege." Vino la voz tierna de un niño de la librería. "Da-gege, ¿puedes salvar a este pajarito? Su ala está rota, no sé qué hacer." "Pequeño Xianjun." Llegó la vieja y ronca voz del jefe de la aldea