Nội dung text Teórico 21 - Perversiones en Freud.pdf
Perversiones en Freud: Nueva cátedra Psicopatología 1. Dr. Prof. Fabián Naparstek. 14 de noviembre de 2011. Teórico 21. Hoy es la última clase de este año. Trabajaremos la perversión en Freud y, luego, vamos a destinar una parte de la clase a evaluar el trabajo del año. Para nosotros es fundamental saber las opiniones de ustedes respecto del trabajo realizado por la cátedra. La clase anterior señalaba que, para Freud, en la sexualidad hay una “x”, en tanto hay una falta de objeto predeterminado por la especie. La pulsión no tiene objeto. No existe lo normal en términos de sexualidad. De hecho, recuerden que la homosexualidad era la norma en la Grecia Antigua. La pulsión no tiene objeto y, a la vez, cuando se da un objeto - decíamos- es lo más fijo que hay. A partir de esa “x”, hay que explicar cómo cada quien encuentra un partenaire y un modo de relación; en vez de pensar que son desviaciones respecto de una sexualidad supuestamente normal. Freud se pregunta por qué unos son heterosexuales, otros homosexuales y otros van a parar a otras formas. Entonces: “x” = vacío. Todo el asunto es cómo algo va a parar a ese lugar de vacío y pasa a ser lo más fijo que hay, porque va al lugar del objeto que no hay. Según Freud, el fetiche es el modelo, precisamente, de lo que tapa ese vacío. Cada uno toma una posición, una posición subjetiva, frente a ese vacío. La “x” tiene varios nombres en Freud, pero uno de ellos es el horror a la castración. Freud señala que hay un horror a la castración generalizado. Todo el mundo tiene horror a la castración materna. Entonces, hay distintos modos de responder al horror de la castración y, por ende, distintas salidas y condiciones para conseguir la satisfacción sexual. En “Tres Ensayos...” 200 Freud va a situar cómo esa “x” puede ser resuelta en el campo de la neurosis: en una salida heterosexual, con una condición fetichista; en una salida homosexual o en una salida directamente fetichista. Vamos a ver que el modelo en la neurosis es el fetichismo. El fetiche como modelo para tapar ese vacío que produce horror. Fetiche. Vacío La idea de Freud es que el fetiche es lo último con lo que se encontró el sujeto antes de encontrarse con la castración materna. Por eso hay semejante prevalencia de prendas íntimas femeninas como objetos fetiches. Entonces, el fetiche tiene la función de velar la castración materna. El fetichista es aquel que prescinde del Otro sexo y se queda con ese objeto que tapa la castración del Otro. Ahora bien, para el heterosexual, Freud habla de la condición fetichista o condición erótica. En este caso se sigue el mismo modelo, pero el que tiene condición fetichista usa del fetiche para acceder al otro sexo. Por supuesto, Freud establece la diferencia entre el verdadero fetichismo y la condición fetichista. En la condición erótica, el fetiche le sirve al sujeto para acceder al Otro sexo. En cambio, en el verdadero fetichismo, no le interesa el 200 - Freud, S. (1905). Tres ensayos de teoría sexual. Obras Completas, tomo VII, Cap. 1. Op. Cit.
Otro sexo, sólo le interesa el fetiche. Si lo pensamos en la “Cenicienta”, el príncipe simplemente se hubiera quedado con el zapato (risas). Con esto Freud diferencia lo patológico, porque para Freud el fetichismo es patológico. Pero se ve bien cómo, lo que Freud llama heterosexual, no deja de pasar por el fetiche. El fetiche cumple una función de taponar la castración. Vamos a trabajar ahora la cuestión de la homosexualidad. Freud da, para la homosexualidad, dos explicaciones que no son incompatibles entre sí. En “Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci”201 y otra cuando trabaja las tres identificaciones y la melancolía. Ustedes saben que Freud plantea allí una identificación a la madre. Para no abandonarla, el sujeto se identifica a ella y, desde ahí, elige un objeto a imagen y semejanza de sí mismo. Es decir que siempre, en el horizonte, lo que encontramos es la madre con el falo. En “Leonardo...”, Freud liga el horror a la castración con el recuerdo encubridor. Todo recuerdo es un recuerdo encubridor. ¿Encubridor de qué? De la castración materna. Justamente por eso, el fetiche es el recuerdo de un elemento previo a toparse con la castración materna. Finalmente, para Freud, el homosexual tiene también una condición fetichista: un genital idéntico al suyo. Freud señala: eso es un fetiche; aquello que está puesto al servicio de tapar la castración en el Otro sexo. En todo caso, para este Freud, un fetichista es alguien que “se ahorró” ir a la homosexualidad. Por supuesto que se lee el prejuicio de Freud, ya que cree que es mejor ser fetichista que homosexual. Entonces, hay distintas salidas para esa incógnita “X”: -La condición fetichista heterosexual. -El fetichismo. -La homosexualidad. Son distintas salidas frente a un mismo problema. No existe una salida que sea una salida oficial. Pero hay que decir que la sexualidad masculina es por excelencia fetichista, es estructuralmente fetichista. Por eso se escucha en las mujeres la queja de ser reducidas por el hombre a un fetiche, a una parte. Porque la condición erótica remite solo a una parte. El Hombre de los Lobos, si leyeron el historial, elige a las mujeres a partir de una condición erótica muy precisa a partir de la escena primaria. Entonces, la sexualidad es por esencia fetichista. A la vez, también podemos decir que la sexualidad masculina es fóbica. Fetichista y fóbica. La perspectiva de Lacan acerca de la fobia es que es una estructura evitativa, es una manera de evitar el horror a la castración. La queja de las mujeres es que los hombres son todos fóbicos. La sexualidad masculina es evitativa. En efecto, se evita encontrarse con lo propiamente femenino. Al mismo tiempo, se puede ver que esta forma de sexualidad es una sexualidad totalmente orientada y localizada. El príncipe sabe muy bien lo que tiene que buscar. Una mujer que encaje en el zapato. Cuando Lacan dice, con respecto a Schreber, “A falta de poder ser el falo –porque no contaba con la significación fálica, al no operar el Nombre del Padre- se convirtió en la 201 - Freud, S. (1910). Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci. Obras Completas, tomo XI, Cap. 2 y 3. Op. Cit.
mujer de Dios” 202. Esa es la forma que él se inventó. A Schreber le faltaba la respuesta fetichista al horror a la castración, no contaba con la salida de fetiche y falo. Y así da una respuesta a la ausencia de relación sexual con el delirio. La “x”, está signada porque: - No hay objeto predeterminado para la especie. - La pulsión no tiene objeto. - No hay relación/proporción sexual. Y ante eso cada uno encuentra su salida. El psicótico tiene que inventarse una respuesta propia. Recuerden la frase de Schreber: “Quien no hubiera optado por transformarse en la mujer de Dios, en vez de estar loco como hombre..."203. Justamente, al no tener la posibilidad de la condición fetichista, se le vuelve insoportable estar del lado hombre. Entonces se arma esta salida delirante, no fálica ni fetichista, en la que pospone el supuesto acto sexual con Dios y la emasculación, en una salida que le permite evitar el encuentro con el Otro sexo. La pregunta que nos formulamos es, entonces, por la sexualidad femenina. Qué salida para la sexualidad femenina. Recuerdan “Intervención sobre la transferencia”204. Cuando la histeria se pregunta acerca de cómo goza una mujer, ya tiene una respuesta, no es una pregunta vacía. Piensen en Dora y la Otra, la Sra. K. Cuando Dora se pregunta por la feminidad, ya tiene una respuesta: La manera de gozar de la Sra. K es siendo un objeto a ser chupado. Dora también tiene una forma masculina de pensar lo femenino. La respuesta masculina es pensar a la mujer como un objeto. Lacan, en el Seminario III, dice: Una cosa es la histeria -y puede haber histeria masculina- y otra cosa es ser una mujer. 205 Más adelante en su enseñanza, Lacan va a plantear directamente que la histeria es sólo masculina. Es una posición masculina la de las histéricas. El problema para la histeria es ubicarse en el lugar del objeto. Dora puede hacerse el bocho con la manera en que goza la Sra. K. La fantasía histérica es por excelencia una forma masculina. No deja de estructurarse al modo masculino. En el campo de las mujeres, la condición erótica puede tomar otras formas. Freud planteaba la cuestión del secreto. Lo que no hay que perder de vista entonces, recapitulando, es que la sexualidad, en términos generales, es perversa. Perversa en sentido amplio, en tanto intervienen elementos que no son los oficiales de la genitalidad. Freud consideraba que la homosexualidad no implica degeneración, piensen que estamos hablando de la época victoriana. El acento está puesto en la diferencia de lo patológico. Entonces, nadie es desviado de nada porque no hay respecto de qué norma desviarse. En todo caso, hay distintas salidas frente a lo mismo. 202 - Freud, S. (1911). Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides) descripto autobiográficamente (Caso Schreber). Obras Completas, tomo XII. Op. Cit. 203 - Schreber, D. Memorias de un enfermo nervioso. Buenos Aires: Lohlé, 1979. 204 - Lacan, J. (1951). Intervención sobre la transferencia. Escritos, tomo 1. México: Siglo XXI, 1971. 205 - Lacan, J. (1955-56). El Seminario, Libro III: “Las psicosis”. Buenos Aires, Paidós, 1984.