Nội dung text EL LENGUAJE DEL SILENCIO
2 finales del siglo XIX y principios del XX (vinculados con movimientos tales como el Espiritismo, el Ocultismo, la Sociedad Teosófica, y otros muchos del mismo estilo)2 , que han contribuido a implantar a nivel mundial la falsa idea de esoterismo que ha desembocado en lo que hoy no es más que una simple etiqueta comercial de gran éxito, con su bien estudiado “volumen de negocio”, su “marketing”, su “cuota de mercado”, su “star-system” y su “público”, este último cada vez más numeroso y cada vez más ocupado y preocupado por conseguir todo tipo de “conocimientos”, “técnicas” y “objetos” supuestamente “esotéricos” encaminados básicamente a la obtención y desarrollo de “poderes” que les permitan “experimentar” todo tipo de “fenómenos extrasensoriales o paranormales”, como puede observarse de forma pasmosa, por ejemplo, en el impresionante supermercado pseudo-espiritual que sostiene actualmente la aberrante y poliédrica subcultura New Age. Precisamente uno de los principales empeños que René Guénon se propuso con su obra fue el de combatir esa nefasta influencia, tratando de esclarecer cuál es la verdadera naturaleza y el genuino significado de lo que subyace tras el término “esoterismo”, así como su inseparable vinculación a otros conceptos tales como los de tradición sagrada, metafísica, iniciación y conocimiento. De modo que, si nos atenemos a lo expuesto por René Guénon en su obra, sólo cabe empezar afirmando que no existe ni ha existido nunca nada, fuera del marco de una tradición sagrada, que pueda calificarse con los términos “iniciación” y “esoterismo”. De este modo, para nuestro autor cualquier cosa que se denomine así sin estar vinculada a un contexto sagrado y tradicional resulta ser una mera profanación y una superchería. 2.- La tradición y sus dimensiones Acabamos de mencionar el concepto de tradición sagrada para legitimar el sentido genuino de los términos iniciación y esoterismo, así que veamos cómo los define Guénon para empezar a comprender cuál es el alcance que les asigna. a) Tradición Etimológicamente la palabra “tradición” procede del latín traditio (transmitir, entregar) y significa, por tanto, “lo que se transmite”. Como es sabido, este término se aplica ordinariamente a muchos ámbitos de la vida cotidiana, sin embargo, para Guénon resulta esencial restituirle una característica sumamente importante que determina absolutamente su significado. En efecto, para nuestro autor lo verdaderamente “tradicional” sólo es aquello que tiene un origen “no-humano”3 y desconocer o negar ese origen equivale a negar la esencia misma de la tradición4 . De este modo, resulta ser 2 Nos referimos a autores tales como Eliphas Levi, Helena P. Blavatsky, Annie Bessant, Allan Kardec, Gérard Encausse alias “Papus”, Rudolf Steiner, Samuel L. MacGregor Mathers, Max Heindel, Spencer Lewis, Alice Bailey, Dion Fortune, Aleister Crowley, Georges Gurdjieff, Swami Vivekananda, Jeddu Krishnamurti, Lobsang Rampa y un tremendamente largo etcétera más de otros tantos personajes del neo- espiritualismo de entonces. 3 Cf. Aperçus sur l’initiation, París, 1946, cap. III. 4 Cf. Problemi de la tradizione, [revista] La Vita Italiana, Roma, Noviembre de 1937.
3 ese “elemento no-humano” (o quizá sería mucho más claro y preciso decir “suprahumano”, como él también hace), el que permite asignar a todo lo que es “tradicional” un carácter “sagrado”. Dicho de otra manera, para Guénon es incorrecto identificar “tradición” y “costumbre”, y esta confusión puede derivar en otra peor como es la de confundir abusivamente lo que es “tradicional” con lo que es un simple “tradicionalismo”, esto es, con la indebida sacralización de costumbres cuyo origen no es sagrado (o sea, suprahumano) sino simple consecuencia de una mera convención carente de sentido profundo5 . b) Metafísica y conocimiento. La apelación a un “elemento no-humano” o “suprahumano” para definir lo que es genuinamente sagrado y tradicional implica, de forma evidente, la necesidad de explicar qué es exactamente ese ámbito de lo suprahumano y de qué manera puede ser conocido. En este sentido, Guénon sostiene que lo que permite comprender qué es la tradición y participar de ella de manera plenamente efectiva, es un tipo o modalidad especial de conocimiento que no es otro que el “conocimiento metafísico” que es lo que constituye el núcleo esencial y fundamental de toda doctrina tradicional6 . Esto nos lleva de forma ineludible a la necesidad de clarificar qué es lo que nuestro autor entiende por “metafísica” y su corolario: el “conocimiento”. A este respecto, lo primero que nos señala Guénon, es la dificultad de dar una definición exacta de metafísica. Ciertamente, lo metafísico es, etimológicamente hablando, lo que está “más allá de la física”, esto es, de la “naturaleza”. Por lo tanto, el ámbito de lo metafísico coincide con el ámbito de lo “sobrenatural”. Y es por eso por lo que es prácticamente imposible de definir, puesto que “definir” implica, automáticamente, “limitar” y resulta que lo que se quiere definir no se puede enmarcar dentro de una formulación sistemática puesto que en sí mismo no tiene límites. Nos dice Guénon que la metafísica podría caracterizarse de manera un tanto vaga diciendo que es “el conocimiento de los principios universales”, ahora bien, lo esencial de tales principios es en sí mismo, de nuevo, indefinible e inexpresable mediante un discurso, del mismo modo que no puede conocerse el Infinito intentando trocearlo en partes finitas, puesto que la suma de tales partes nunca será infinita7 . En otros términos: la metafísica no es una ciencia, en el sentido corriente del término, sino que queda más allá de la ciencia. En efecto, si la ciencia se caracteriza por ser el ámbito del conocimiento racional, discursivo, analítico y por lo tanto, indirecto y mediato (esto es, un conocimiento por reflejo), la metafísica se caracteriza por ser el ámbito del conocimiento suprarracional, intuitivo, sintético, directo e inmediato. Y este contraste enlaza con las diferentes modalidades de conocimiento que es menester considerar, porque hay que tener en cuenta dos modalidades (y, correlativamente, dos facultades) de conocimiento: el conocimiento científico-racional y 5 Cf. Le Règne de la Quantité et les Signes des Temps, París, 1945, cap. XXXI. 6 Cf. Études sur l’Hindouisme, París, 1966, caps. II y XI. 7 Cf. La métaphysique orientale, París, 1939, p. 10.