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Función paterna en Lacan: Nueva cátedra Psicopatología 1. Prof. Yanina Mazzoni. 7 de junio de 2011. Teórico 11. Buenas tardes. En la clase de hoy vamos a abordar la función paterna y el concepto de Nombre del Padre, fundamentales para entender la distinción lacaniana entre psicosis y neurosis. Antes de avanzar en la cuestión de la función paterna quería hacerles un pequeño recorrido para que puedan ubicar que la cuestión del padre no es un invento lacaniano. El padre está muy presente en Freud, en especial en una obra que se llama “Tótem y tabú”. No lo vamos a tomar en su totalidad, sólo me interesa que lo podamos tomar como una pequeña introducción a la cuestión del padre. Freud arma un mito del padre, arma el mito del padre de la horda primordial, creo que más o menos todos la conocen. El padre es para Freud una representación. Es una representación del padre muerto. Ustedes saben que según el mito los hermanos se reúnen y matan al padre porque el padre se quedaba para si todas las mujeres, las tenía todas para él. Nada para los hijos. Y de ese asesinato surge un pacto fraterno, una fraternidad -el tótem- del cual hacen ley. Esa ley prohíbe que se repitan las condiciones de goce que llevaron al asesinato, es una ley que regula el goce. Prohíbe que alguien pueda encarnar ese goce que el padre tenía. Y reservan para unos pocos días al año un espacio de goce “liberado”, una suerte de conmemoración. Es la fiesta totémica: en ese momento está todo permitido; cuando termina la fiesta el resto del año está ordenado, el goce total prohibido. Ya no existe uno que pueda detentar todo el goce, tener a todas las mujeres, etc. porque de existir sería volver a lo anterior. Se arma el clan de hermanos, entonces, ordenados con esta ley. En Tótem y tabú entonces se trata, más que de quedarse con definiciones antropológicas, de poder hacer una lectura que ubique cómo Freud construye la representación del padre a partir de un padre muerto, que instaura una ley. Se lee en el texto cómo esa representación del padre hace ley y organiza la comunidad de hermanos, aunque no esté presente, especialmente porque no está presente. En el Seminario 3 ustedes van a ver que Lacan también habla del padre, pero ya no en términos de representación sino en términos de Significante. Y es el Otro el que tiene o no tiene ese Significante primordial que hace de carretera principal, digamos, que orienta, que sirve como indicador de cómo ser padre. Lacan, en el Seminario 3, antes de ubicar el Significante del Nombre del Padre, ubica el “ser padre”. Entonces dice que ese Significante hace de carretera principal, es un Significante especial que aúna el haz de significaciones, otorgando una significación privilegiada que polariza -la significación fálica- y lo ubica también como un punto de almohadillado. Un punto de almohadillado es lo que hacían los colchoneros antiguos y que permite que el trabajo de costura no se suelte. Es un punto que amarra, que fija. Van a ver que es muy lindo, en el Seminario 3, lo que Lacan dice sobre la carretera principal. Va a decir que no es lo mismo tener ese Significante particular, que arma esa carretera que tener montones de cartelitos que van hablando al costado del camino, solos, desconectados, dispersos. Y dice que cuando uno está perdido en el mundo y de pronto encuentra una carretera principal, ¡ya está! Para un lado o para el otro, pero llego a alguna parte. Digamos que no es lo mismo eso que los caminos alternativos, que muchas veces no conducen a nada, que dan vueltas, que esa polarización que se produce en la carretera
principal. Hace una metáfora de eso, ya no en relación a una representación como en Freud, sino a un Significante que está o no está en el Otro. Otro gran texto para trabajar sobre la función paterna es el Seminario 5. Nosotros vamos a detenernos en el capítulo 8, parágrafo 3 y en el capítulo 10. Vamos al capítulo 8. Lacan refiere: “el Nombre del Padre puede faltar (...) Ahora voy a poner en la pizarra el pequeño esquema con el cual voy a introducir lo que les diré la próxima vez y que nos permitirá establecer lo delicado de la distinción que puede parecerles un poco escolástica entre el Nombre del Padre y el padre real. El Nombre del Padre, en tanto que llegado el caso puede faltar, y el padre que según parece no ha de estar tan presente para que no falte”106 . Es decir, el padre real no tiene que estar tan presente para que no falte el Significante del Nombre del Padre. Es un trabalenguas. Por otro lado, el nombre del padre puede faltar, esa es una referencia a la psicosis. Lo más importante es que aquí Lacan distingue el Nombre del Padre del padre real. El “padre que según parece no ha de estar tan presente para que no falte”107 . ¿Por qué dice eso? Porque él está discutiendo en este Seminario con los autores postfreudianos que hablaban del padre de la realidad y de cómo si el padre de realidad tenía tal o cual problema, si estaba o no estaba, el niño tendría en correlación a eso, tales o cuales problemas también. Ante esto, Lacan quiere separar absolutamente la noción de la función paterna -en tanto función- del padre de carne y hueso, es decir de la persona del padre. A esta altura, para Lacan, esa distinción es tajante y del padre real no le importa nada. Todo el peso está puesto en la función paterna. Después, en años posteriores, es cuando modera esta posición y afirma que no es sin consecuencias quien ocupe ese lugar, el del padre real. No es que la función paterna pierda importancia, sino que cobra cierta relevancia también quien ocupa el lugar del padre real. Pero volviendo a este momento, al Seminario 5, es posible ver cómo acentuando la cuestión de la función, Lacan habla del padre de un modo simbólico. Es decir, el padre como un significante. De esta forma, el nombre del padre ausentifica al padre de la realidad. Y de lo que trata es de si el Otro tiene o no ese Significante; no de la persona del padre. No se trata entonces de la persona del padre, sino del Significante Nombre del Padre presente o no en el Otro. Y por esta misma razón puede ser la persona de la madre, de un tío, un abuelo, etc., la que venga a donar ese Significante. Veamos otra referencia donde habla del Nombre del Padre y de la dimensión del Otro, como una dimensión que se encarna en algunas personas y que soporta la autoridad. “Llegado el caso, que esas personas falten, que haya carencia paterna, no es esencial. Lo esencial es que el Sujeto, por el procedimiento que sea, haya adquirido la dimensión del Nombre del Padre” 108 . Esto último es muy interesante porque abre una perspectiva donde de lo que se trata no es sólo de que el Significante esté presente en el Otro, sino de que el Sujeto de algún modo es responsable también de esto. El Sujeto de alguna manera tiene que consentir al Nombre del Padre, “tragarse su impostura” llegará a decir Lacan. 106 - Lacan, J. (1957-58). El Seminario, Libro V: “Las formaciones del inconsciente”. Buenos Aires, Paidós: 1998 p. 160 107 - Ibidem. 108 - Op. Cit. p.159.
Hay un caso de mi clínica donde ubico esta cuestión. Es el caso de una niña que se vuelve débil mental a partir de la muerte de un hermano que era débil mental. Se ve cómo no es sólo el Otro que dona ese Significante, sino el Sujeto que se las arregla de algún modo para poder hacerse de él también. Entonces, el Nombre del Padre no es un Significante como cualquier otro y siguiendo los desarrollos del Seminario 5 vemos que se accede a él por la dimensión metafórica, o sea, por la operación de metáfora del Nombre del Padre. Esto quiere decir que este Significante no viene volando por el éter y el sujeto de alguna forma lo atrapa, sino que es a partir de un procedimiento particular, metafórico, que Lacan llama la Metáfora Paterna. Es decir, y esta es la lógica que creo que hay que seguir, el Nombre del Padre hay que tenerlo, pero también hay que saber servirse de él. Es en la relación entre Sujeto y Otro, en donde hay un interjuego. En estas páginas que estamos trabajando Lacan, para hablar de la Metáfora Paterna, introduce un esquema en forma de triángulo que tal vez conocen, donde ubica a la madre en un vértice, al padre en el otro y al niño en otro. Y nos dice ahí que todo lo que se realiza en el Sujeto depende de los Significantes que se colocan en el Otro, que están en el Otro. El Sujeto es efecto, lo vimos, del Significante y por eso depende de lo que ocurra en los tres vértices, que es una forma de representar la triangularidad edípica. En los vértices vemos: madre, padre, niño. Lo que hay que destacar es que el Sujeto no es el niño, no es la madre, sino que el Sujeto es lo que se constituye, digamos, a partir de ese triángulo, lo que se arma en ese triángulo es de lo que va a depender el Sujeto; el Sujeto como efecto del Significante. Un poco más adelante dice: “depende de lo que ocurra en ese juego el cuarto término es el Sujeto, este es en efecto estúpido inefablemente porque no posee sus Significantes, está fuera de los tres vértices del triángulo edípico, pero depende de lo que ocurra en este juego”109 . El Sujeto está por fuera de este triángulo, es efecto de él, por eso depende del juego que tiene entre estos tres elementos, ubicados en los vértices. Entre estos tres lugares, podemos pensar también. Continuamos con otras referencias que apuntan a la misma cuestión: “todo lo que se realiza en ese Sujeto depende de los Significantes que se colocan en el Otro”110 . Y una más: “Este punto creo que lo han reconocido ustedes con solo haberlo visto como tercero con la madre y el niño”111 . Ahora vamos a ver cómo introduce una noción compleja pero clave para el desarrollo de nuestro tema: “Este tercer punto, al fin voy a nombrarlo, creo que todos ustedes lo tienen en la punta de la lengua, no es otro que el falo, y por eso el falo ocupa un lugar de objeto tan central en la economía freudiana. Sólo con esto basta para mostrarnos como se extravía el psicoanálisis de hoy, se aleja de él cada vez más, diluye la función fundamental del falo, con el cual el Sujeto se identifica imaginariamente para reducirlo a la dimensión de objeto parcial. Esto nos devuelve a la comedia”112 . Esto es interesante porque lo que ustedes van a ver ahora, en el capítulo siguiente, son los tres tiempos del Edipo donde el falo no es un objeto parcial, sino que es un lugar donde se identifica el Sujeto, este falo imaginario de la madre. Y cumple un rol particular, el 109 - Op. Cit. p.161. 110 - Ibidem. 111 - Op. Cit. p.162. 112 - Op. Cit. p.163.
hecho de que la madre no lo tenga, pero igualmente el sujeto se identifique a ese lugar. Ese momento es necesario, digamos, en la constitución; este momento de identificación con el falo imaginario de la madre. No se trata de un objeto parcial, no se trata de nada de lo que los postfreudianos hablan en relación al falo, sino justamente de un lugar donde el niño se identifica. Por eso lo pone, en el triángulo, en relación al Edipo. El falo es un elemento necesario en la construcción del Edipo. Vamos al capítulo 10. Lacan en este Seminario pasa muy rápidamente del falo como significación, como efecto de la Metáfora Paterna que ahora vamos a ver, al falo como Significante. Por eso hay complicaciones al momento de la lectura. Les aclaro que acá se trata del falo imaginario al que el sujeto se identifica. Entonces vamos a examinar la operación por la cual se introduce la lógica de la función paterna: la metáfora. Es en el Seminario 4 donde Lacan formaliza la construcción de la Metáfora Paterna. El Significante del Nombre del Padre sobre el Significante del Deseo de la Madre, hace surgir un sentido nuevo; el falo aparece en el lugar del significado. NP DM ----- ---- DM X En la Metáfora Paterna tendríamos un Significante (NP) sobre otro Significante (DM), y un Significante (DM) sobre un enigma. Para que se produzca el efecto que es la significación fálica, tienen que elidirse (suprimirse, anularse, borrarse, quitarse) dos Significantes. El falo es el significado producido por la metáfora. Es decir, cuando se produce la escisión de estos dos Significantes, se produce esta significación que Lacan va a ubicar acá como falo imaginario: falo como significación fálica. Tenemos también el lugar del Otro como Tesoro de los Significantes, todavía sin barrar. En el Seminario 5 todavía hay otra complicación: comienza a emerger el Otro como Otro barrado. Entonces, hay una tensión conceptual entre el Otro como Tesoro de Significantes y el Otro como Barrado. El Otro también es el Otro de la ley y en este Seminario 5 no está todavía la explicación de cómo se produce este deslizamiento en la conceptualización del Otro. Entonces van a encontrarse con esta otra problemática en el Seminario 5, que se suma a esta que les estoy diciendo del falo. La significación fálica como falo imaginario pero, en cualquier caso, ese falo es bastante particular para ser un significado o una significación. Veamos la metáfora. Se trata de dos Significantes que se significan entre sí – mecanismo descripto por Freud como condensación- y producen un significado nuevo. Tenemos: el Nombre del Padre, el Deseo de la Madre y una significación desconocida y enigmática, por eso la “X”. La operación metafórica opera produciendo un sentido, un sentido al enigma que ubicamos como X. El Nombre del Padre como Significante produce una determinada significación que es la significación fálica. En otras palabras: la introducción del Nombre del Padre permite localizar el falo como Deseo de la Madre. Es decir, si el Deseo de la Madre produce una significación que resulta totalmente enigmática (porque el deseo de la madre es caprichoso, desconocido incluso por ella misma) el Nombre del Padre permite localizar el falo como lo que desea la madre. Traduce esa X por un sentido, una significación fálica. El resultado de la metáfora, lo que produce la elisión de esos dos términos, es darle significación al Deseo de la Madre. El Nombre del Padre traduce ese Deseo de la Madre y ubica que el Deseo de la Madre es deseo del falo.