Content text Cullen y el alma gemela (Libro 7 Compañeros Simbióticos).pdf
1 Serie Compañros Simbióticos Cullen y el alma gemela -7
2 Sinopsis ¿Qué sucede cuando de repente los enemigos naturales se convierten en pareja de sangre? El vampiro Cullen Blackhawk es atrapado ayudando a un shifter lobo a rescatar a sus parejas humanas de la Colonia. Ahora es obligado a acompañar a los fugitivos a Arcadia y espiar en la manada. Cullen averigua que los humanos serán sus donantes de sangre, pero el shifter deja Arcadia y se lleva la única fuente de alimento de Cullen con él. Entonces lo impensable sucede. Cullen se encuentra a sí mismo atraído por un lobo omega. El papel de Mika Hill en la manada siempre ha sido de puta sumisa, pero Cullen le trata como un igual y Mika muestra su gratitud ofreciéndole sangre a Cullen. Un hambriento Cullen no puede detenerse, y ahora es obligado a confrontar sus crecientes sentimientos por un omega que está emparejado a alguien más. Mika se enamora perdidamente de Cullen, pero sabe que no hay futuro para un lobo y un vampiro. ¿O lo hay? Mika hará cualquier cosa para mantener a Cullen, incluso si eso significa forzar un apareamiento de sangre.
3 Capítulo Uno Cullen Blackhawk bajó la mirada hacia el hombre en sus brazos; tan caliente, tan cachondo, tan dispuesto a compartir todo... incluso su sangre. Especialmente su sangre. Pero eso no era suficiente. No para Cullen. ¿Qué más quería de todos modos? El vampiro no podía poner el dedo en la llaga. Sólo sabía que faltaba algo. Algo esquivo que le impedía estar completamente satisfecho con su humano donante de sangre, su situación, su vida... Cullen se sentía vacío por dentro, y no sólo debido a que no se hubiese alimentado en dos días. Quizás este sentimiento se alejase cuando saciase su sed de sangre. Pero lo dudaba. Desnudando sus colmillos, bajó la cabeza. El hombre no mostró miedo. Le sonrió a Cullen, sus ojos hambrientos por el éxtasis de la mordida de un vampiro. Cualquier vampiro. Sólo por una vez, Cullen deseaba que su donante le quisiera a él. Pero los humanos sólo se preocupaban por el placer que recibían, no de quién lo obtenían. Cullen sabía que no era mejor que ellos. ¿Le importaba quiénes eran sus donantes? No. Cualquier humano servía a su propósito. Eran bancos de sangre andantes, nada más. Aún así, Cullen no pudo evitar pensar que quizás esta vez fuese diferente. Sus mejorados sentidos se centraron en la palpitante carótida en la garganta del hombre, y hundió sus colmillos profundamente. Sangre, rica y dulce, fluyó por su garganta, y succionó con avidez. Euforia siguió. Pero, ¿dónde estaba la intimidad? Sin duda alguna, un momento como este merecía una conexión más significativa. Suspirando, Cullen se retiró. Sólo había tomado lo que necesitaba para sustentarse. Una pocas lamidas en las punciones gemelas las sanaría. Ya recobrado de su orgasmo, los ojos del donante revolotearon hasta cerrarse. Para el momento en que Cullen