Content text 1. Adicciones tecnologicasen adolescentes Relación con la percepción de las practicas parentales.pdf
Drugs Addict. Behav. | Vol. 4 | N°. 1 | enero–junio | 2019 27 Adicciones tecnológicas en adolescentes: relación con la percepción de las prácticas parentales Technological addictions in adolescents: the relationship with the perception of parental practices DOI: https://doi.org/10.21501/24631779.2761 Introducción Ser padres de adolescentes en la sociedad actual resulta difícil. Una de las razones es que ellos pasan mucho tiempo bajo la influencia de otros, por ejemplo, profesores, compañeros, televisión e internet. Sin embargo, la evidencia demuestra que la influencia de la familia es importante a la hora de determinar lo feliz, seguro y estable que se siente el adolescente, cómo se relaciona con los adultos y sus pares, la confianza que tiene en sí mismo y cómo reacciona ante las situaciones nuevas o desconocidas. Darling y Steinberg (1993) conceptualizan las prácticas parentales como todas aquellas conductas específicas que realizan los padres para facilitar o promover la socialización de los niños y adolescentes. En cambio, el estilo parental se constituye a través de una combinación de actitudes hacia los hijos que crean un clima emocional en el cual los padres actúan. Son varias las dimensiones que se combinan para definir un estilo parental determinado. Schwarz, Barton- Henry y Pruzinsky (1985) han definido en las prácticas parentales tres dimensiones: (a) aceptación, que abarca desde la implicación positiva, hasta el rechazo y la separación hostil; (b) control firme, que implica grados diferentes como el refuerzo, la disciplina laxa y la autonomía extrema, y (c) control psicológico, que incluye grados como el control hostil, la intrusión, la retirada de relación y la posesividad. Tipologías de Baumrind Uno de los modelos de parentalidad más aceptados es el de Diana Baumrind (1968), que tuvo en cuenta la interrelación entre tres variables paternas básicas: control, comunicación e implicación afectiva, los cuales dan lugar a tres categorías o tipologías básicas: padres autoritarios, padres permisivos y padres autoritativos o democráticos. Los padres autoritarios (authoritarian discipline) son exigentes, poco sensibles y no son receptivos. Presentan un alto grado de control, pero baja aceptación. Consideran la obediencia como una virtud. Favorecen las medidas de castigo o de fuerza y mantienen a los hijos en un papel subordinado, restringiendo su autonomía. No facilitan el diálogo y a menudo rechazan a sus hijos como medida disciplinaria. Tienen repercusiones negativas sobre la socialización de los hijos, como la falta de autonomía y creatividad, la baja autoestima, dando como resultado un niño y un adolescente descontento, reservado, poco comunicativo y afectuoso, con una pobre interiorización de valores morales (Baumrind, 1968).
28 Drugs Addict. Behav. | Vol. 4 | N°. 1 | enero–junio | 2019 Nancy Marlene Malander DOI: https://doi.org/10.21501/24631779.2761 Los padres permisivos indulgentes (permissive discipline) brindan gran autonomía a los hijos, siempre que no se ponga en riesgo la supervivencia física. Se caracterizan por un bajo nivel de control y alta sensibilidad. Son tolerantes, condescendientes, cálidos y aceptantes, pero no ejercen suficiente autoridad. En contraste, los padres que son permisivos negligentes son más bien descuidados y siguen un modelo parental de baja involucración y compromiso. Estos padres no amonestan la conducta de sus hijos ni apoyan sus intereses. A menudo están tan preocupados por sus propios problemas que se desentienden de sus responsabilidades parentales (Oros, 2004), generando una gran vulnerabilidad a la soledad, la depresión y las adicciones. En general, los padres permisivos buscan liberar a sus hijos del control y evitar las restricciones y castigos. No son exigentes en cuanto a las expectativas de responsabilidad y madurez a la hora de ejecutar las tareas. Aparentemente, esta tipología forma niños y adolescentes alegres y vitales, pero con altos niveles de conducta antisocial y con bajos niveles de éxito personal (Lamborn, Mounts, Steinberg & Dornbusch, 1991). Quienes tienen este tipo de padres se caracterizan por seguir el camino fácil. Intentan manipular los hechos y personas, buscan obtener beneficios personales evitando en lo posible todo tipo de exigencias (Bowlby, 1989). Los padres democráticos o autoritativos (authoritative discipline) utilizan el razonamiento y la negociación para lograr roles y conductas maduras en los hijos. Los padres democráticos se caracterizan por combinar un índice de firmeza con un índice de apoyo y protección. Estos padres también establecen reglas y monitorean la conducta de sus hijos, pero no usan métodos hostiles de disciplina cuando estas reglas son violadas; man- tienen una actitud cálida y sensible, fomentan en sus hijos el sentido de responsabilidad personal y social sin coartar la autonomía y la individualidad (Oros, 2004). Desde su teoría del apego, Bowlby (1989) agregó que, el resultado de un buen vínculo en los primeros años de vida, da como resultado hijos que gozan de la vida de ma- nera cabal y activa, que albergan un saludable respeto por sí mismos, así como por el resto del mundo. Como no los aqueja ningún conflicto grave ni sienten una necesidad irracional de seguir ciegamente las convenciones para obtener seguridad, son libres de emplear casi todas sus energías. Si bien esta clasificación ha mostrado ser sumamente útil debido a que la realidad es muy compleja, en ocasiones resulta difícil encasillar a las familias dentro de una tipología particular, y se vuelve más relevante el análisis de las dimensiones implicadas en las prácticas parentales y el estudio de cómo estas son utilizadas (Torío López, Peña Calvo y Rodríguez Menéndez, 2008). Además, un dato muy importante a tener en cuenta es el que menciona Richaud de Minzi (2002; 2005), quien considera que lo que realmente influye sobre el comportamiento de los adolescentes no es la práctica parental en sí, sino la percepción que los hijos tienen de la misma. La autora identifica tres dimensiones dentro de las prácticas parentales: (a) aceptación, que implica compromiso, afecto, calidez, sensibilidad, proximidad y protección en momentos de crisis; (b) control patológico, que implica dominancia en lugar de autoridad, hostilidad en lugar de cuidado, y actitudes patológicas para controlar las conductas de los hijos; (c) autonomía extrema, que se relaciona con la disciplina laxa, y guarda relación con experiencias familiares de rechazo y desvinculación afectiva.