Content text Teórico 16 - La pregunta neurótica.pdf
La pregunta Neurótica: Nueva cátedra Psicopatología 1. Dr. Prof. Fabián Naparstek. 19 de agosto de 2011. Teórico 16. Voy a retomar la pregunta neurótica, para adentramos de lleno en la elaboración lacaniana. Yo había anticipado un cuadro muy simple sobre el Edipo. Simbólico Imaginario Miedo a la castración Falo Pene Envidia del pene. No falo X Habíamos visto que el planteo de Lacan es que el Edipo, en primer lugar, entre otras cosas, lo que hace, una de las funciones que tiene, es repartir en dos a la diferencia sexual. En efecto la reparte, en términos freudianos, como miedo a la castración y envidia del pene. Por otro lado, esa repartija la hace, según Lacan, a partir de un significante primordial que es el falo. De esta manera, Lacan pone el énfasis en que el problema de la diferencia sexual es un problema simbólico, introducido por lo simbólico. Fundamentalmente porque, para dos posiciones distintas, tenemos un solo significante. A partir de allí, en el campo de lo simbólico tenemos al falo y del lado del miedo a la castración tenemos a aquel que sería poseedor de ese falo. Pero para definir quien no posee falo, se define por la negativa, no falo. Asimismo, vimos cómo Lacan plantea las cosas en el Seminario 3167 diciendo que esta diferencia se hace a partir de la pregnancia imaginaria que tiene el pene sobre lo simbólico del falo. Una idea que no inventa Freud, sino que Freud trae a colación, porque finalmente lo trae de la Grecia antigua, que ubica a la imagen del falo fundamentalmente como la imagen de un pene y principalmente la imagen de un pene erecto. Al falo se lo adoraba por su fertilidad con la imagen de un pene erecto. Entonces, esto es lo que ubicamos como pregnancia imaginaria del falo. Es algo que de alguna manera ustedes fueron elaborando desde otras perspectivas. Yo les planteaba la relación que hay entre un ideal simbólico y la imagen que un ideal siempre tiene, por ejemplo, la diferencia entre el Yo Ideal y el Ideal del Yo. Entonces, uno puede tener un Ideal (simbólico) y eso puede conllevar cierta imagen con una pregnancia sobre ese Ideal. Ahora, con la misma lógica, decimos: hay algo que especialmente se anuda en el cuerpo, que tiene pregnancia imaginaria sobre el Ideal. Y lo que plantea Lacan es que el pene tiene una pregnancia imaginaria sobre lo simbólico del falo. De hecho, es a partir de esa pregnancia imaginaria del pene, que se sitúan dos lados: De un lado es falo y del otro es no falo. El énfasis que pone Lacan es para situar que todo esto no es un problema natural, sino que el problema de la diferencia sexual es un problema propiamente humano, a partir de esta forma edípica y que Lacan llama simbólica. Lo que veíamos es que, de esta forma y después de dar algunos ejemplos, surge siempre una pregunta por lo propiamente femenino, porque la posición femenina por excelencia dentro del Edipo es siempre una “aspiración masculina”, el querer tener el pene. Freud señala salidas distintas. Una es el complejo de masculinidad, que es creerse un varoncito, que es una salida del Edipo pero que también es algo por lo que –señala Freud- la mayoría de las mujeres pasan durante 167 - Lacan, J. (1955-56). El Seminario, Libro III: “Las psicosis”. Buenos Aires: Paidós, 1984.
un tiempo en su infancia, hasta encontrarse con que no es de esa manera. Es decir, que las salidas que Freud menciona, son salidas, por cierto, fálicas. También se puede ver cómo a veces, por ejemplo, puede compensar la falta de pene con algo que haga las veces de eso: todo el cuerpo femenino. Es decir, que todo el cuerpo femenino podría ubicarse como falo, con brillo fálico, con lo cual las mujeres suelen adornar ese cuerpo, darle brillo. Eso podría explicar también el efecto que tiene para un hombre, cuando se separa de una pareja, que se encuentra con una pérdida en términos de falo. En algunos casos, el brillo fálico también lo encontramos en el cuerpo femenino Pregunta de un alumno, en relación a por qué la falta se sitúa desde lo fálico, y no desde otras pérdidas. La idea de Freud es, por ejemplo, respecto del pecho materno, que habría una indefinición de a quién pertenece, que tiene que ver con lo que ustedes trabajaron en el estadio del espejo. Fuertemente tiene que estar instalada la imagen de sí mismo para separarse de ello. Pero, además, Freud dice que es a partir de la etapa fálica que todas las pérdidas anteriores se resignifican como castración. Y entonces, por ejemplo, la pérdida de las heces o del pecho, a partir del falo retroactivamente se sancionan como fálicas. Hay que ver en la clínica, uno se podría preguntar por qué el pecho cobra un valor erótico. La idea de Lacan es que, ese valor erótico, lo cobra a partir del falo. Si no hay que ver lo que sucede en la psicosis cuando no está instalado el Edipo y al no contar con la significación fálica. Sucede que las partes del cuerpo de ninguna manera tienen ese valor erótico. Se ve muy bien en la estructura cómo el cuerpo cobra valor erótico o no. A partir de que está en juego la significación del falo, se pueden hacer ecuaciones: pene–niño–heces. Es decir que muchas cosas pueden ocupar el lugar del falo. Finalmente, la idea de Freud es que el niño podría ser el falo para la madre. De hecho, lo que intentaba destacar es que el Edipo es una respuesta; pero no una respuesta completa. Es una respuesta fallida. Así, frente a esta respuesta edípica, cada neurosis tiene una manera de resolverla. La idea de Lacan, siguiendo a Freud es que, para estar en el campo de la neurosis, hay que haber pasado por el Edipo, y que eso es una respuesta, pero no completa. Porque el Edipo, por excelencia, es un conflicto: lo que uno quiere, no se puede. Finalmente, a partir de pasar por ahí, la neurosis es una forma de intento de resolver ese conflicto. Lo que vamos a ver es que, por excelencia, lo que hace el sujeto histérico, es elevar ese problema al nivel de la pregunta propiamente estructural, que es la pregunta por la feminidad. No habría posibilidad de plantear la pregunta por la feminidad si no se pasara por el Edipo. Ustedes ya vieron cómo. En la psicosis, la feminidad no es en absoluto una pregunta: Schreber tiene la certeza de que se va transformando en mujer. En ciertos psicóticos el problema de la sexualidad aparece como una certeza. Es lo que ustedes vieron en el caso Schreber. Ahora: ¿Qué implica hacerse una pregunta? Lacan, en el Seminario 3, dice: “El neurótico hace su pregunta neurótica, secreta y amordazada, con su yo. La tópica freudiana del yo muestra cómo una histérica como un obsesivo, usa de su yo para hacer su pregunta, es decir, precisamente para no hacerla”168 . Voy a ir desglosando este párrafo. Primero: la pregunta, es una pregunta neurótica. No es cualquier pregunta. Esto quiere decir que es secreta y amordazada. Es decir que, si es neurótica, el sujeto, por más 168 - Ibidem, p. 249.
que la haga, la hace sin saber de ella. Cuando dice “amordazada” es que efectivamente no la termina de enunciar. Finalmente, si la hace con su yo -es una precisión de Lacan- es que hay un desconocimiento. Ustedes ya vieron que el yo es equivalente a la identificación imaginaria. Recuerdan en el estadío del espejo: uno se identifica con la imagen del semejante. Es una manera de desconocer. De desconocer, ¿qué? La división subjetiva. Vimos cómo ese sujeto dividido es tapado por el yo. La relación del sujeto es con el Otro y la relación del yo es con el semejante. Es decir que, si el neurótico se hace la pregunta neurótica con su yo, es que la hace, en principio, en términos de lo imaginario. Por eso cuando él dice “usa de su yo para hacer la pregunta, es decir para no hacerla” es para no encontrarse dividido. Es decir, para desconocer eso. De esta manera, hay una idea muy fuerte en el Seminario 3, con el ejemplo que da Lacan aquí respecto del paciente que trabajaba en el tranvía. Lo que Lacan plantea es que la pregunta neurótica se podría desencadenar. yo lo entiendo como que esa misma pregunta podría ya no hacérsela con su yo, sino desencadenarse y plantearse en términos de síntoma. Se sigue la diferencia: Una cosa es hacerla con el yo y, otra cosa, es que se despliegue la pregunta a partir del síntoma, en términos de que el síntoma habla, el síntoma dice algo. Una cosa es tener la pregunta amordazada y secreta y, otra cosa, es que esa pregunta se despliegue a partir del síntoma. Que, finalmente, es la idea de Lacan respecto de lo que sucede con Dora169. Que, de alguna manera en el tratamiento con Freud, en algún momento, se pudo desplegar una pregunta por la feminidad. Entonces Lacan plantea que: “En la medida en que esa pregunta en tanto simbólica fue despertada, y no reactivada en tanto imaginaria, se desencadenó la descompensación de su neurosis y se organizaron sus síntomas. Cualesquiera sean sus cualidades, (...) éstos cobran valor de reformulación, de insistencia, inclusive de esa pregunta”.170 Es interesante porque es como si Lacan dividiera en dos: esa pregunta puede ser despertada. Si se despierta es que antes estaba dormida; es decir que puede activarse y sacarse del campo de lo imaginario y, entonces, situarse ahora no en el yo sino en los síntomas y en el sujeto dividido. Pues, entonces, veamos esto en el caso Dora. Ustedes estuvieron trabajando “Intervención sobre la transferencia” 171, de Lacan. En primer lugar, él plantea todo esto en términos de movimientos dialécticos, de inversiones dialécticas. Hay un desarrollo de verdad -según Lacan- y, frente a él, hay una pregunta. A partir de esa pregunta, se puede dar una inversión dialéctica que implica un nuevo desarrollo de verdad. Lo que Lacan llama desarrollo de verdad no va a ser mantenido a lo largo de su enseñanza. Todo sujeto, cuando viene a análisis, tiene un saber sobre su padecimiento y, ese saber, está al servicio de un modo de satisfacción. Los niños tienen un saber, como por ejemplo las teorías sexuales infantiles. Según Freud hay, fundamentalmente, una teoría bastante extendida en los niños y necesaria para entrar en el Edipo: es la premisa universal del pene. Es la teoría donde los niños creen que todos tienen el hace-pipí, como lo llama Juanito. Es crucial esa teoría porque, si no existiera esta teoría, no habría ni castración ni Edipo; por eso se llama premisa. A partir de la creencia de los niños de que todos tienen, cuando se encuentran con uno que no, es que eso falta. Si no se partiera de esa idea, la 169 - Freud, S. (1905). Fragmento de análisis de un caso de histeria. Obras Completas, tomo VII. Op. Cit. 170 - Ibidem, p. 242. 171 - Lacan, J. (1951). Intervención sobre la transferencia. Escritos, tomo I. México: Siglo XXI, 1971.
castración no tendría el impacto que tiene sobre la subjetividad, que es el impacto de ese “a alguien se lo deben haber cortado”. Esos saberes no se corrigen en la escuela, o porque los padres le cuentan “la verdad”. Esos saberes sólo cambian cuando pasa algo. Si no pasara algo que conmueve ese saber, ese niño podría seguir toda la vida creyendo en ese saber. Así como los niños tienen teorías sexuales infantiles, los adultos tienen teorías sexuales adultas y es lo que ustedes vieron en el caso Dora. Dora sabe, o cree saber, lo que le acontece y esta teoría no la incluye solo a ella sola, sino también a todos a su alrededor. Porque ella sabe cómo encuentran satisfacción la Sra. K, el padre, la madre. Son teorías sobre la satisfacción sexual. Conmover esos saberes tiene un impacto sobre el tipo de satisfacción que tiene el sujeto. Lo que Lacan llama aquí el primer desarrollo de verdad, es lo que Dora le viene a traer a Freud. Le viene a traer que el padre y la Sra. K tienen un affaire y que, para mantener esa relación, la entregan a ella. Finalmente, ella le dice a Freud: “Soy entregada por mi padre como un regalo más de todos los regalos que circulan allí”. Dora ofrece pruebas, como si fuese un juicio, queriendo convencer a Freud del asunto. De hecho, frente a ese desarrollo de verdad caben dos posibilidades: o el analista dice “¡Qué turro que es el padre de Dora!” -que es lo que espera Dora- y toma parte en el juicio como juez; o hace lo que hace Freud, que es preguntarle: “¿Cuál es tu parte en el desorden del que te quejas?”. Según Lacan -y así lo leo yo-, Freud se corre del lugar del juez y le hace una pregunta a ella. La idea de Lacan es que la pregunta es central. Y la pregunta, ¿a dónde apunta? Apunta al lugar de lo desconocido. Es como si Lacan dijese: “¿Y dónde está el piloto? ¿Y dónde está el sujeto?”. ¿Qué quiere decir? Que Dora trae todo su desarrollo detrás de su discurso, todo un saber y, finalmente, Freud le pregunta por el sujeto. Dora se percata por primera vez que ella favorecía las relaciones entre su padre y la Sra. K. De esta forma, esto que venimos nombrando como división subjetiva, que parece una entelequia, tiene un correlato directo en la clínica, que es la división de alguien que se percata de que a aquello de lo que más se queja, lo estaba favoreciendo. ¿Se ve la división ahí? ¿Cómo voy a estar favoreciendo eso que es lo que más me hace sufrir? A eso es lo que Lacan llama “la división subjetiva”. Que uno hace cosas a pesar de uno mismo. Eso, para Freud -y Lacan lo retoma-, implica una satisfacción paradójica. Porque uno supone que eso no le hace ningún bien y, sin embargo, lo favorece. Se ve muy bien, como Lacan señala, que la pregunta de Freud, aunque Freud no lo señale en estos términos, apunta al sujeto. Entonces, a partir de que se apuntó el sujeto, que la flecha le dio al corazón del sujeto; a partir de ahí, las cosas ya no quedan intactas y aparece un nuevo desarrollo de verdad, donde logra darse cuenta de que ella es cómplice de todo esto. Es decir, un nuevo saber -o desarrollo de verdad, como ustedes quieran- que ya no la deja a ella en la misma situación, la involucra. La involucra, haciéndola responsable de una satisfacción que obtenía allí. Retomo un poco esto desde la perspectiva de la pregunta neurótica. La idea de Lacan es que cuando ella viene a decir: “Soy entregada”, lo que está haciendo es sostener la pregunta neurótica amordazada, dormida, secreta, sobre la feminidad. Y cuando un neurótico se hace una pregunta, hay que decirlo, ya tiene la respuesta. La pregunta que se hace con el yo, tiene una respuesta anticipada. En efecto, la respuesta que tiene Dora es que la que sabe sobre la feminidad es la Sra. K., la que es una verdadera mujer, es la Sra. K. Es una respuesta con todas las letras porque, además, ella tiene la respuesta de cómo goza la Sra. K, que es a partir, ni más ni menos, del sexo oral con su padre. Es un objeto a ser chupado. No es una respuesta tibia, es una respuesta con todas las letras. Lo que hace Freud es apuntar a esa