PDF Google Drive Downloader v1.1


Report a problem

Content text La combinacion de los alimentos - Shelton, Herbert M - .pdf


LA COMBINACION DE LOS ALIMENTOS H. M. SHELTON Si este libro le ha interesado y desea que le mantengamos informado de nuestras publicaciones, envíenos su tarjeta indicándonos qué temas le interesan (Astrología, Ciencias Ocultas, Artes Marciales, Literatura Fantástica, Espiritualidad) y gustosamente le complaceremos. Colección Psicosomática Natural La combinación de los alimentos Herbert M. Shelton 1.a edición: mayo de 1989 2.a edición: noviembre de 1990 3.a edición: marzo de 1992 4.a edición: febrero de 1993 5.a edición: agosto de 1994 © Puertas Abiertas y Ediciones Obelisco S.A., 1989 eservados todos los derechos para la lengua española) I.S.B.N.: 84-7720-394-6 Depósito Legal: B. 29-005 - 1994 Impreso en España en los talleres de Romanyá/Valls S.A. de Capellanes (Barcelona) Este libro fue digitalizado para facilitar su difusión, y con el propósito de que así como usted lo recibió, alguien más pueda hacerlo. – FORNIKADOR – 30 de Marzo de 2007 PRESENTACIÓN En 1951, la Escuela de Salud del doctor Herbert M. SHELTON de San Antonio (Texas), publicó Food combining made easy. En 1977, se reimprimió por vigésimonovena vez este pequeño libro de aspecto austero. Fue traducido del inglés al francés por Georges WYCKAERT, y la editorial «Le Courrier du Livre» lo publicó por primera vez en 1955 con el título La santé par ¡es combinaisons alimentaires. De esta manera, aparecía en Francia la primera traducción de una obra de SHELTON y, al mismo tiempo, la primera publicación en este idioma dedicada a la cuestión de la combinación correcta de los alimentos. PUERTAS ABIERTAS se enorgullece de haber publicado, por primera vez en 1979, una traducción fiel al texto original americano. El éxito de las ediciones francesas (tanto en los países francófonos como en España mismo) y de la primera versión castellana, ha demostrado que las ideas expresadas en esta obra encuentran una aceptación favorable acerca de aquellos que buscan la verdadera causa de sus malestares. Un número cada día mayor de personas adoptan las reglas preconizadas por el doctor SHELTON, puesto que su práctica es sencilla. Si al principio parecen complicadas, es porque se apartan de las costumbres reinantes. Para recuperar la salud y mantenerla en óptimo estado, basta introducirlas paulatinamente en el modo de vida higienista. No obstante, el autor nos advierte que no se trata de ninguna panacea y su mensaje es inequívoco: es fácil mejorar la digestión, y en consecuencia la salud, observando las reglas de las combinaciones. Esta práctica, aplicada juiciosamente, tendrá como efectos principales: aligerar el arduo trabajo de la digestión, disminuir considerablemente y, a veces, eliminar por completo la fermentación y sus consecuencias. Pero queremos hacer hincapié, de acuerdo con SHELTON y todos los verdaderos higienistas, en el hecho importante de que la salud no depende sólo de la combinación correcta de los alimentos, ni siquiera de un régimen alimenticio perfecto. Una higiene auténtica es una síntesis de todos los factores normales de vitalidad, y no simplemente un régimen alimenticio. Se deben tener en cuenta: el agua pura, el aire puro, el sol, el aseo corporal, el ejercicio adecuado, el reposo, el sueño en horas oportunas y el equilibrio emocional, mental y espiritual.
En realidad, la búsqueda de todas las fuentes de toxemia y de enervación, su posterior reducción y eliminación progresiva, son la clave de la higiene vital, y la alimentación correcta sólo es uno de los factores naturales de salud. SHELTON encuentra opositores entre ciertas personas que formulan reservas e incluso críticas con muy poco fundamento. Aparentando ignorar la fisiología de la digestión, ciertos autores —que sin embargo están bien informados de ello— se limitan a emitir juicios poco menos que curiosos. Por ejemplo, los autores del libro de cocina de BIRCHER BENNER, entre los cuales se encuentran un médico y un químico, demuestran que el tema no les resulta desconocido al decir: «Tales prescripciones (no hacer ciertas mezclas en la comida) se apoyan ciertamente en unas incuestionables observaciones que nosotros mismos hemos comprobado». A pesar de todo, no deducen la necesidad de una correcta combinación alimenticia, sino que, por el contrario, siguen manteniendo un gran apego a combinaciones como: fruta y cereales (müesli), leche y cereales, etc. Con la misma inconsciencia, un autor francés escribe en una revista de salud: «Indudablemente existen incompatibilidades... Muy a menudo se nos señalan varias intolerancias a ciertas mezclas». Sin embargo, apenas reconocido este hecho, se retrae: «Pero hemos notado que estas intolerancias están lejos de presentar un carácter de norma general». Sin duda alguna, tal afirmación puede hacerse más o menos acerca de todo. Uno «soporta» lo que otro no soporta, pero ¿esta respuesta anula las leyes vitales y los procesos fisiológicos? Algunos «soportan mejor», pero ¿hasta cuándo?... hasta que el organismo no pueda más, evidentemente. Así pues, incluso los autores que admiten la legitimidad de las combinaciones correctas subestiman la importancia de ellas. No hablemos de cierto «profesor» que ha recopilado las incompatibilidades «trofológicas» de J. CASTRO, de las cuales lo menos que se puede decir, es que no tienen nada que ver con la fisiología, sino que derivan del peor empirismo. Otros autores naturistas y dietéticos, que siguen ciegamente las ideas médicas, confunden los procesos de la digestión normal con los de la fermentación y putrefacción gastrointestinal, que se yuxtaponen en la mayor parte de los civilizados. Uno de ellos comete esta confusión cuando escribe, apuntando a los partidarios de las buenas combinaciones: «Ciertos naturistas parecen temer a las fermentaciones más que a nada, sin parecer comprender (sic) que las transformaciones digestivas proceden de fermentaciones sucesivas». A esto, SHELTON contesta, en el capítulo IV, que conviene distinguir, por ejemplo, los subproductos de la digestión de los almidones por una parte, y los de su fermentación por otra. Tenemos, por un lado, reducción de azúcares simples utilizables y, por otro, producción de bióxido de carbono, ácido acético, etc., inutilizables. Ocurre lo mismo con las proteínas. Estos escasos ejemplos demuestran la poca seriedad de un buen número de objeciones que discrepan de las reglas de las combinaciones. Notemos cómo la práctica de estas combinaciones hace perder al alimento el carácter banal que la rutina le confiere. El estudio que exige nos hace deletrear un alfabeto nuevo, componiendo frases que se traducen a la larga por una asimilación y una nutrición mejor. Azúcares, almidones, proteínas, vegetales acuosos, frutas acuosas, frutas acidas y semiácidas, frutas dulces, nueces... he aquí elementos que pretendemos conocer y con los cuales jugamos luego (como si fuera con palabras, notas musicales o colores) para que tomen armoniosamente sitio en el gran juego de la nutrición. Así pues, el abecedario de las combinaciones nos habla de modestos alimentos. Creemos que la humilde lección habrá sido bien entendida cuanto más se comprenda la importancia del saber y, sobre todo, del discernimiento. Para el sabio, todo progreso no es más que el resultado de pequeñas lecciones bien asimiladas. El esfuerzo que exigirá por parte del lector la comprensión de esta obra será ampliamente compensado. Podemos asegurar que aquello que, en un principio, parece austero, se transformará rápidamente en fuente de bienestar y de alegría a medida que uno progrese en las vías de la psicosomática. Además, esta pequeña obra permitirá al que ignora completamente o en parte esta disciplina, familiarizarse con uno de los aspectos de este modo de vida, cuyo alcance va más allá de la simple cuestión de las combinaciones alimenticias, aunque éstas sean de suma importancia. Recibiremos siempre con interés y agradecimiento relaciones de resultados, experiencias y observaciones vinculadas a esta práctica. No ya como confirmación, sino porque los ejemplos vividos son siempre útiles por su diversidad, y pueden servir a los investigadores que deseen progresar en una ciencia de la vida, cuya aplicación abre perspectivas seguras de salud y felicidad. ANDRÉ TORCQUE
INTRODUCCIÓN Infinidad de veces se me ha pedido que facilite a mis lectores un pequeño libro sobre la combinación de los alimentos. Con los años, la demanda ha ido aumentando, ya que cada vez es más la gente que va comprendiendo la importancia de las comidas correctamente combinadas. Al ofrecer esta obra al público, espero satisfacer las necesidades del profano, cuyo conocimiento del aspecto técnico de esta cuestión es muy escaso. Por eso, he tratado de expresarme en un lenguaje simple, dando la suficiente información técnica para aclarar las cosas y hacer que todo ello pueda ser comprensible para cualquier lector. Puesto que el libro no ha sido preparado sólo para el vegetariano sino para cualquier persona, los menús propuestos incluyen comidas propias de una dieta mixta, así como comidas sin carne ni pescado. No lo he hecho por compromiso, o porque haya abandonado el vegetarianismo a escondidas, sino con la intención de llegar a todo el mundo. En círculos médicos, así como en otras escuelas seguidoras de la medicina (de las que pretenden «curar»), y entre los especialistas en dietética que van a remolque de la alopatía, se hacen algunas objeciones sobre el hecho de evitar ciertas combinaciones alimentarias y de aceptar otras. Todas estas objeciones están basadas en la hipótesis de que el estómago humano está capacitado para digerir fácil y eficientemente cualquier mezcla que sea introducida en el mismo. Muy poca atención prestaremos a estas objeciones, ya que lo expresado en este libro constituye la mejor respuesta a las mismas. Si algún lector quiere una mayor información sobre estas objeciones, puede consultar mi obra más importante Orthotrophy, que es el segundo volumen de Hygienic System (1). Los más de treinta y un años que llevo dedicándome a alimentar y cuidar la salud del joven y del anciano, del sano y del enfermo, del hombre y de la mujer, del rico y del pobre, del culto y del ignorante, y los veinticinco años de práctica en mi sanatorio y en mi consultorio, me capacitan para expresarme con cierta autoridad sobre esta tema. (1) Varios capítulos de esta obra han sido traducidos al castellano y publicados en el In Memoriam: doctor Herbert M. SHELTON, editado como homenaje a este gran científico y humanista, en el momento de su fallecimiento. He dedicado más de cuarenta años al estudio de la dietética, cuidando y dirigiendo la alimentación de millares de personas. El lector reflexivo se dará cuenta de que esa valiosa experiencia me capacita para hablar del tema mejor que si hubiera pasado el mismo tiempo dra- gando a los enfermos con medicamentos. Muy pocos médicos estudian la dietética, y son todavía menos los que la utilizan para la atención de sus enfermos. El consejo que siempre dan a sus pacientes es: «Coma todo lo que le guste». Desde el 10 de julio de 1928, existe aquí en San Antonio, mi Escuela de Salud (Doctor Shelton's Health School). Durante este tiempo han pasado por ella gente de todas partes de los Estados Unidos y Canadá, así como de muchos otros lugares del mundo. México, Argentina, Nicaragua, Costa Rica, Brasil, Venezuela, Cuba, Hawai, China, Nueva Zelanda, Australia, Inglaterra, Irlanda, Sudáfrica, Alaska y otros países han enviado aquí sus pacientes. Los maravillosos resultados que hemos obtenido y seguimos obteniendo tratando toda clase de enfermedades, incluso en numerosos casos declarados incurables, atestiguan el valor de los métodos y medios empleados en la Escuela de Salud. En este libro no se afirma que cierto programa dietético, ni tampoco que una determinada combinación de alimentos, vaya a «curar» una enfermedad. Yo no creo en remedios. Lo que aseguro —y estoy dispuesto a aportar las pruebas de ello— es que, en todos los casos de enfermedad, al suprimir la causa, las fuerzas y los procesos vitales, unidos con los factores normales de la vida, restablecerán la salud y la integridad, siempre que el daño ocasionado a los órganos no sea irreversible. Ahora bien, la alimentación es sólo uno de estos factores normales de la vida. El papel primordial del consejero higienista es procurar al paciente el beneficio de todos los factores de salud en su plenitud total, ya que sólo así podemos asegurarle una verdadera posibilidad de restablecimiento. El lector inteligente comprenderá fácilmente que los cuidados higienistas son los únicos racionales y radicales que se han de aplicar a cualquier edad y en cualquier lugar del mundo. Llegará un tiempo en el que todo tipo de enfermedad será «tratado» sobre las bases infalibles y claras de los fundamentos higienistas. Una vez descubiertos los auténticos principios, éstos tienen que aplicarse, no sólo a un determinado tipo de enfermedad, sino a la enfermedad
sea cual sea. Estas bases fundamentales se aplicarán en todo el inagotable repertorio de trastornos de salud. Incluso en los casos en los que la cirugía tenga algún valor, siempre tienen que emplearse previa o conjuntamente los cuidados higienistas. La Escuela de Salud está idóneamente situada en el soleado suroeste, donde los veranos son suaves, los días aireados con los vientos del sur del golfo, las noches frescas, los inviernos cortos, templados y con posibilidad permanente de baños de sol. El suelo es de la mejor calidad y abundan a lo largo del año las más sabrosas frutas y hortalizas del mundo. Estas ventajas naturales, unidas a nuestra inmensa experiencia en tratar toda clase de enfermedades, nos permite ofrecer al que busca la salud, el cuidado y asesoramiento que no se puede encontrar en otro sitio. En la Escuela de Salud nos valemos de todos los factores e influencias que tienen una relación normal con la vida: aire, agua, alimentos, sol, descanso, sueño, ejercicio, limpieza, equilibrio emocional, etc. El ayuno, que es un descanso fisiológico, también ocupa un lugar primordial en nuestro sistema de curación. Pero lo más importante en el cuidado del enfermo, es buscar y eliminar las causas que han originado la enfermedad. Tratar de curar enfermedades sin suprimir sus causas, es como querer curar a un alcohólico mientras continúa bebiendo. Por supuesto que no haríamos una cosa tan absurda. A nuestros pacientes les ofrecemos alimentos bien combinados. Que quede bien claro que las reglas para las combinaciones alimentarias que aparecen en las páginas siguientes no son consideraciones puramente teóricas, sino que han sido absolutamente comprobadas durante una larga experiencia. ¿Por qué prestar atención a la combinación de los alimentos? ¿Por qué no combinar nuestras comidas indiscriminadamente y comer de cualquier manera? ¿Por qué prestar atención a tales cosas? ¿Siguen los animales las reglas de la combinación de los alimentos? Las respuestas a estas cuestiones son simples. Permítanos empezar por la última. Los animales comen muy sencillamente y hacen muy pocas mezclas. Ciertamente, el animal carnívoro no consume carbohidratos con proteínas, ni tampoco toma ácidos con proteínas. El ciervo pastando en el bosque mezcla muy poco sus alimentos. La ardilla comiendo nueces puede llegar a saciarse, pero nunca mezclará otro alimento con éstas. Se ha observado que los pájaros comen insectos durante una parte del día y semillas en otra. Ningún animal salvaje dispone de tanta variedad de alimentos como el hombre civilizado. El hombre primitivo tampoco disponía de ello y, al igual que los animales, él también debía comer de forma sencilla. Como veremos más adelante, el aparato digestivo posee una serie de enzimas, las cuales tienen unas limitaciones concretas. Por esa razón, si no combinamos adecuadamente nuestra alimentación, provocaremos graves trastornos. Si, por el contrario, cuidamos la alimentación, será una forma inteligente de respetar dichas limitaciones y de asegurar así una digestión más fácil y a la vez más completa. No aprovechamos nada de los alimentos que no son digeridos. Comer y tener la comida corrupta en el tubo digestivo, es puro desperdicio. Peor aún, ya que esta descomposición produce venenos peligrosos. Por lo tanto, una correcta combinación no sólo asegura una mejor nutrición como resultado de una mejor digestión, sino que protege contra el envenenamiento. Es sorprendente el número de alergias que desaparecen por completo cuando el «alérgico» aprende a combinar correctamente sus alimentos. Lo que estas personas padecen no es alergia, como se piensa hoy en día, sino indigestión. Se habla de alergia cuando se trata de envenenamiento proteico. La indigestión provoca el envenenamiento por putrefacción, siendo ésta otra forma de intoxicación proteica. Cuando la digestión es normal, el flujo sanguíneo se enriquece de materias nutritivas en lugar de acarrear venenos. Este pequeño libro está basado en la experiencia y también en la ciencia. Lo dedico al lector inteligente. Si sabe sacar provecho de la información que contiene, su salud mejorará, su vida se prolongará y se volverá más placentera. Si alguien duda, ¡que haga la prueba! Rechazar sin investigar es un obstáculo para el desarrollo. Encerrarte en una actividad que te impida adquirir más conocimientos, a la vez te priva de una mejor salud. Haz una prueba sincera de las reglas sencillas presentadas en esta pequeña obra, ¡y ya verás! HERBERT M. SHELTON.

Related document

x
Report download errors
Report content



Download file quality is faulty:
Full name:
Email:
Comment
If you encounter an error, problem, .. or have any questions during the download process, please leave a comment below. Thank you.