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Content text Teórico 15 - Identificaciones.pdf

Identificaciones: Nueva cátedra Psicopatología 1. Dr. Prof. Fabián Naparstek. 12 de setiembre de 2011. Teórico 15. Buenas noches. La identificación fue el tema presentado la clase anterior, y es por allí que retomaremos hoy. Vuelvo resumiendo lo que planteamos la vez pasada y luego avanzo un poco más. Habíamos hecho un pequeño cuadrito, siguiendo a Freud, en el capítulo 7 de Psicología de las masas 158. Habíamos ubicado una primera identificación originaria, de acuerdo a las características que daba Freud: previa al Edipo, como primer lazo de afecto y en relación con el padre, tomando al padre como ideal. Recién en un segundo término ese lazo se pone en tensión con los lazos afectivos a la madre, que de este conflicto resulta el Edipo, pero claramente en un segundo término. Para esto también Freud distinguía dos lazos psicológicamente distintos: una cosa es querer ser como -identificación- y otra querer tener -del lado del amor-. Con estas aclaraciones, Freud estudió la manera en la que participa la identificación en la formación de síntomas. Así, comienza a trabajar la cuestión de la identificación en la histeria, la identificación que llamamos “al rasgo”, y donde teníamos dos modalidades que Freud describe: o se identifica a la persona amada del Edipo o a la odiada. Pone el ejemplo de Dora aquí, que podría ser la identificación a la madre, y da la siguiente fórmula: quisiste reemplazar a tu madre, entonces te identificarás en su sufrimiento; y se identifica al síntoma, el catarro. Luego, destaca en esta modalidad una forma que es al objeto de amor. Entonces, Freud, dice: “La identificación reemplaza a la elección de objeto, la elección de objeto ha regresado hasta la identificación”.159 Freud dice que ha regresado hasta la identificación porque la identificación es el primer lazo afectivo (recuerden lo que decíamos al comienzo). Habiendo hecho la aclaración con estas dos formas, A y B, sabemos que siempre es una identificación parcial al rasgo, y que lo que se toma es un rasgo, un síntoma, y no todo el yo. Vamos a ver que luego Freud va a describir una identificación que no es al rasgo. Recuerden que la primera es originaria y se deduce, no es algo que necesariamente la podamos encontrar en tanto tal. Luego tenemos esta identificación al rasgo con sus dos modalidades y finalmente, el tercer tipo de identificación -de la que Freud aclara de una manera fuerte, que no se trata de una identificación con un objeto con el que se haya tenido relación-, que es la que llama “de infección psíquica” y que Freud la describe como el querer ponerse en la misma situación que la otra persona. Uno se identifica en este punto, donde la otra persona tiene determinado síntoma respecto de una situación; es la que también llamamos “la de las chicas del pensionado”. En ese punto habíamos puesto el énfasis en el término de Freud con respecto a la comunidad, cómo Freud liga esta identificación con la formación de las masas. Identificación de yo a yo, donde, de hecho, la infección psíquica arma una pequeña masa en el pensionado. A partir de ahí, elaboramos cómo se constituye la masa en Freud, dónde distingue el ideal, pero la identificación es entre los yos de las personas. 158 - Freud, S. (1921). Psicología de las masas y análisis del yo. Obras Completas, tomo XVIII, Cap. 7. Op. Cit. 159 - Ibidem, p. 100.
Hemos también distinguido yo ideal, del ideal del yo. Una cosa es el Ideal del yo en el campo del gran Otro, a diferencia del yo ideal en el campo del semejante. A esto lo retomaremos luego desde la perspectiva de Lacan. Hasta ahí habíamos avanzado. Hay dos identificaciones más, ya no ligadas a la histeria. Una que tiene que ver con la homosexualidad masculina, que permite pensar algo de la identificación. La tesis de Freud es que el niño ama a la madre, tiene una fijación amorosa muy fuerte con la madre y para solucionar el conflicto, en vez de abandonar a la madre, se identifica con ella. Dice Freud se trasmuda en ella. Y busca objetos de amor a imagen y semejanza de sí mismo. Es decir, realiza la relación que había entre él –niño-y su madre, cuando elige un objeto homosexual. Es decir, son objetos que cuida y ama como él experimentó ser amado y cuidado por su propia madre. Lo más llamativo de esta identificación es su amplitud -aclara Freud, se entiende- respecto de la parcialidad de las otras identificaciones. En este caso es una identificación casi total al yo de la madre y, en este sentido, se diferencia claramente de la identificación al rasgo. Finalmente, una última forma de identificación que está descripta acá con una referencia a la melancolía. No nos vamos a detener en esto, solo lo señalo. Está referida a la pérdida de un objeto y, según Freud, parte del yo se identifica con ese objeto. El rasgo central de la melancolía -como lo que llamamos los reproches propios de la melancolía, la denigración propia- está ligado a que la sombra del objeto ha caído sobre el yo. Cuando el sujeto se auto-reprocha, es un reproche al objeto perdido que, por identificación, recae sobre el yo y se convierte en un auto-reproche. Estas dos identificaciones no participan de la formación de síntoma propiamente en la histeria. En este marco hemos podido redondear la cuestión de la identificación. Damos un paso más y nos adentramos en el último Freud, en lo que hemos llamado la tercera nosología. Fundamentalmente, con “Inhibición, síntoma y angustia”160, que es un texto posterior a 1920. En lo que respecta a la psicosis, vimos los textos: “Neurosis y psicosis”161 y “La pérdida de la realidad en neurosis y psicosis”162, que corresponden a esta tercera nosología en la que Freud intenta trabajar la diferencia entre neurosis y psicosis a partir de la segunda tópica. En lo que respecta a la neurosis, la cuestión para Freud va a ser especialmente, el complejo de castración, y qué respuesta se le da. De acuerdo a la respuesta que se sitúe respecto del complejo de castración, tendremos una entidad u otra. Vamos a tomar fundamentalmente, entonces, el punto 5 donde Freud, a partir de poner el complejo de castración en el centro de la cuestión, va a plantear una nueva forma de distinguir la histeria y la neurosis obsesiva. Volviendo sobre una idea que atraviesa toda la obra de Freud, que es poner a la histeria en la base de la neurosis obsesiva. Cuando Freud describe en la primera nosología, la escena pasiva y activa, Freud no duda en pensar que detrás de toda escena activa hay una escena anterior pasiva, que es propia de la histeria. En este texto lo dice con todas las letras: “Se ve que en la base de una neurosis obsesiva tenemos la histeria y la situación inicial en ambas es la misma que la defensa contra 160 - Freud, S. (1926). Inhibición, síntoma y angustia. Obras Completas, tomo XX. Op. Cit. 161 - Freud, S. (1924). Neurosis y Psicosis. Obras Completas, tomo XIX. Op. Cit. 162 - Freud, S. (1924). La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis. Obras Completas, tomo XXI. Op. Cit.
las exigencias libidinosas del complejo de Edipo”163 . Se trata del retorno de Freud al viejo concepto de defensa. Freud vuelve al concepto de defensa que sostenía en la primera época, sin abandonar el concepto de represión, dándole en todo su lugar al concepto de defensa y haciendo de la represión una defensa más entre otras. Eleva la defensa como concepto central y vamos a ver que la represión pasa a ser una defensa más entre otras. Ubicado esto, seguiremos los pasos que da Freud en estas páginas del capítulo 5. En primer lugar, plantea que la configuración interior de la neurosis obsesiva es alterada por un factor constitucional. ¿Qué significa esto? La etapa fálica es muy endeble y poco resistente. Primera cuestión para Freud: en la neurosis obsesiva tenemos, como primera defensa, una regresión. Según Freud, en primera instancia, esto se debería a un factor constitucional. Es decir que en el momento en que comienza la defensa, la etapa fálica es endeble aun y, entonces, se regresa a la etapa sádico-anal. Es una problemática en Freud este tema de la regresión. Y mucho más problemático cuando Freud pone en el centro de la neurosis, el complejo de castración. ¿Cuál es el asunto? La cuestión es si se llegó o no a la etapa fálica, porque si no se llegó ¿cómo podemos proponer el complejo de castración? Así, Freud dice: “Lo que es claro es que la primera defensa en la neurosis obsesiva es la regresión”. Lo que no va a quedar claro es a qué se debe que se da esta regresión164 . Freud va a dar tres respuestas distintas. Podemos hacer una lectura de estas respuestas. A mi gusto se queda más con la tercera, pero ninguna de las tres le convencen del todo. La primera respuesta es el factor constitucional. Si ustedes leen el párrafo siguiente, termina diciendo que quizás no se deba al factor constitucional, sino a un factor temporal. ¿Qué sería este factor temporal? Que la defensa comenzó antes de llegar a la etapa fálica. Como si la defensa comenzara antes de tiempo. Freud va avanzando paso a paso y proponiendo ideas. Está tratando de pensar por qué en la neurosis obsesiva la primer defensa es la regresión. Da alternativas, pero no las asevera, respecto de a qué se debe la regresión. Entonces, finalmente, propone una solución metapsicológica de la regresión, fundamentándola en una desmezcla de pulsiones, donde se separan las pulsiones sádicas y hostiles de las pulsiones amorosas. De hecho, para Freud, en la fase sádico- anal priman las pulsiones sádicas, hostiles, y cuando se arriba a la etapa fálica, se suman las amorosas. Sin embargo, habría sucedido una desmezcla de las pulsiones. Todo esto no se puede corroborar más que en sus consecuencias. Sin decir con cuál de las tres se queda, termina diciendo que acontece una regresión y a partir de allí todo lo que viene es distinto. Es una regresión a la etapa sádico-anal y es el primer éxito de la defensa. Se ve así que la regresión es una defensa más entre otras, como lo es la represión. Vamos a tener entonces, regresión y represión como dos formas de defensa diferentes. A su vez, vamos a ver también que hay una tercera forma de defensa. En este punto, entonces -aclara Freud-, la represión pasa a ser un modo de defensa más entre otras, más allá de que el mecanismo de represión siga siendo el mismo. Pero Freud empieza a pensar un concepto de defensa más amplio. ¿Qué consecuencias tiene, entonces, que haya acontecido primero una regresión, un retorno a la etapa sádico-anal? Que todo lo que viene va a ser mucho menos exitoso porque 163 - Freud, S. (1926). Inhibición, síntoma y angustia. Obras Completas, tomo XX. Op. Cit. p. 108. 164 - Ibidem.
aconteció esa regresión. Para Freud, la neurosis obsesiva es menos exitosa porque no logra hacer del síntoma una formación de compromiso válida o tan consistente como en ciertas histerias. En el sentido de que, en un compromiso, ambas partes acepten perder algo y logren una buena transacción. En cambio, lo que Freud muestra en la neurosis obsesiva, es que el sujeto obsesivo no deja de defenderse todo el tiempo. En contraste, en la histeria, cuando está bien lograda, encuentra un síntoma y eso marcha. Lo mismo va a decir Freud respecto de las fobias, siempre y cuando ellas marchen bien. Entonces, a causa de la regresión, la represión no produce tan eficazmente su función como en la histeria; y hace falta un nuevo mecanismo de defensa, que es lo que Freud llama “las formaciones reactivas”. Además, Freud, al describirlas, lo hace en términos lógico- temporales: primero la regresión, luego la represión y, finalmente, las formaciones reactivas. Como hubo regresión, la represión en las neurosis obsesivas no tiene la eficacia que tiene en la histeria; entonces hacen falta las formaciones reactivas. Que -según Freud- faltan totalmente en el caso de la histeria. Termina diciendo Freud que, en la histeria, la defensa parece limitarse a la represión y no pasa por la regresión, ya que la represión lograría una buena transacción. Estas cuestiones, tan teóricas en apariencia, tienen un correlato directo en la clínica, según Freud. Aquí podemos anticipar que Freud comienza a explorar la severidad del superyó en las neurosis obsesivas y adjudica dicha severidad del superyó a esta primera defensa que es la regresión. Aquí, la primera explicación que otorga sobre esto es que el superyó es un desprendimiento del Ello. De hecho, el superyó tiene línea directa con el Ello. Según esta idea freudiana, el superyó que proviene del Ello no puede sustraerse de la regresión y de la desmezcla pulsional que allí aconteció. Es por esta indicación que da Freud que, a mi gusto, se sostiene mucho más con esta cuestión de la desmezcla (recuerdan las tres opciones de por qué se comienza con la regresión en la neurosis obsesiva). Porque Freud, después, retoma esto. No es que diga “me quedo con esta opción”; pero lo retoma más adelante en el texto. Así, afirma que, si el superyó también padeció la regresión, el superyó mismo se vuelve sádico. Entonces no cabría asombrarse, si a su vez se volviera más duro y martirizador que en el desarrollo normal. Con una lógica impecable explica esto. Pero da una explicación aún más fuerte y es que, como el superyó tiene línea directa con el Ello, sabe de las aspiraciones del Ello. Como hubo una regresión, el Ello se vuelve sádico. Así, la idea de Freud es que ahora se transforma en una lucha ética. Según Freud, es mucho más reprobable querer matar alguien, que querer cogerse a alguien. Es mucho más reprobable lo que figura en términos de la etapa sádico- anal, que en la etapa fálica. De esta manera, dice Freud que mientras más reprobable es la tendencia libidinal, más severo se vuelve el superyó. Lo que defiende ha devenido más intolerante y, aquello de lo que se defiende, más insoportable. Es decir; el superyó es mucho más intolerante y, aquello de lo que se defiende, es más insoportable. Es más insoportable reconocer que tiene impulsos violentos, que querer algo sexual con él. Entonces, como es mucho más insoportable, el superyó es más intolerable. Esta es la distinción que hace en esta época. Todo esto -según Freud- se debe a esta defensa de la regresión. A partir de que acontece la regresión, todo lo que viene después cambia. Cambia fundamentalmente en un registro clínico, uno no frena nunca de defenderse. En algunos casos, toda la vida se hace imposible. Ustedes tienen el ejemplo del Hombre de las ratas y de los casos clínicos actuales que venimos trabajando. Tenemos así, en este tiempo de Freud, un recorte distinto a lo que proponía en la primera nosología, a partir del complejo de castración y la defensa.

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