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Content text Apuesta Arriesgada - Yaritza @teamklaynd.pdf


Caítulo 1 **Kimberly** La tarde se cuela por las ventanas del despacho de Jade, bañando la estancia con una luz cálida y dorada. Sin embargo, la tensión en el ambiente es palpable, y mis pasos resuenan con fuerza sobre el suelo de madera mientras camino de un lado a otro, intentando calmar la ira que bulle en mi interior. ¿El motivo? Zivko y el mensaje de voz autoritario que me dejó hace un rato: «Tenemos que hablar». —Tienes que conversar con él, Jade —insisto, deteniéndome frente a mi amiga, que me observa con una mezcla de preocupación y exasperación desde su sillón de cuero—. Hazle entender que no soy suya, que lo nuestro se acabó, que este bebé es mío y solo mío, o te juro que voy a colarme en su apartamento mientras duerme y lo estrangularé. O mejor aún —me detengo y me coloco un
dedo en la barbilla, fingiendo reflexionar—, le cortaré la polla. Sí, eso está mucho mejor. Jade resopla, y su expresión se torna seria. —En primer lugar, ya te lo he dicho en varias ocasiones, Kim. No pienso tomar parte en esta pelea entre tú y Zivko porque ambos son mis amigos. Y en segundo lugar —hace una pausa y me lanza una mirada divertida, sus ojos verdes chispeando con picardía—, nunca atentarías contra la polla de Zivko. Te gusta demasiado. —Me gustaba —replico, enfatizando el tiempo pasado—. Después de llegar al apartamento y encontrarlo con esa golfa, lo único que siento por él y su polla promiscua es... desprecio. «Mentirosa», susurra una voz en mi cabeza, pero la ignoro. —Él ha repetido hasta el cansancio que todo fue un malentendido —dice Jade con calma, su voz suave intentando apaciguar mi ánimo.
Le dedico una expresión irritada, mis ojos azules relampagueando con furia apenas contenida. —¿Y no es eso lo que dicen todos los infieles? — Espeto, haciendo gestos exagerados con las manos—. "Es un malentendido", "no es lo que parece", "yo nunca te engañaría". ¡Mentiras! ¡Son todas mentiras! Yo sé lo que vi, Jade, y ni aunque venga arrastrándose de rodillas pienso perdonarlo. Mi voz se quiebra en la última frase, y siento el escozor de las lágrimas en mis ojos. Han pasado meses, pero el dolor sigue ahí, latente, desgarrando mi corazón en pedazos. A pesar de la coraza que he construido, de mis intentos por seguir adelante, por reír, bailar y divertirme como siempre, la herida sigue sangrando. «¿Por qué sigo amando a ese rubio idiota?», me pregunto, y odio la debilidad que eso implica. —¿Recuerdas esa vez cuando me arrastraste hasta el Yale Bowl? —dice Jade de pronto, sacándome de mis pensamientos.

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