Content text Ficha de lecturas_Imágenes anticomunistas en Uruguay_Fernando Adrover_copy.pdf
1 BACHILLERATO – 1°EMS HISTORIA Prof. Marcos Rey “Ecos de un peligro lejano: el anticomunismo en el Uruguay de la primera guerra fría (1947-1953)” , de Fernando Adrover Libro y capítulo completo para descarga libre El capítulo de Fernando Adrover sobre el anticomunismo en Uruguay durante la primera Guerra Fría (1947-1953), incluido en el libro Historia visual del anticomunismo en Uruguay (1947-1985), coordinado por Magdalena Broquetas, propone una lectura en clave visual e histórica sobre cómo se construyó la imagen del comunismo como enemigo, destacando los recursos gráficos, periodísticos y cinematográficos que circularon en el país (libro y capítulo completo en el link de arriba). Planteo general Adrover muestra que al inicio de la Guerra Fría, en Uruguay el comunismo era percibido como un peligro lejano —limitado a Europa del Este y Asia—, pero al mismo tiempo se desarrolló un intenso discurso anticomunista en la prensa, en conferencias y en organizaciones civiles. Ese discurso estaba ligado al antitotalitarismo heredado de los años treinta y cuarenta, que asimilaba nazismo y estalinismo bajo la misma categoría. También se vinculaba con el antiestatismo de sectores conservadores uruguayos, que aprovechaban el anticomunismo para criticar al batllismo y al movimiento sindical. Aunque el comunismo como fuerza partidaria tenía escasa relevancia local, la idea de su “infiltración sindical” funcionó como un eje eficaz para justificar medidas represivas contra los gremios y legitimar el reclamo de un “sindicalismo libre”. Especificidades El capítulo resalta que, en este período, la circulación de imágenes anticomunistas fue menor que la de textos, aunque se intensificó con la guerra de Corea (1950-1953) y con otros hitos internacionales. Las imágenes provinieron sobre todo de agencias extranjeras, caricaturas y películas, con muy escasa producción local. Los motivos visuales predominantes fueron: • Cartografía del comunismo: mapas que lo representaban como una mancha expansiva, aunque contenida en Eurasia, lo que transmitía una percepción de amenaza remota pero real. Así lo explica Adrover: “La cartografía fue un recurso comunicacional elocuente y potente que formó parte de la propaganda anticomunista durante toda la Guerra Fría. Sin embargo, no era una
2 novedad, pues ya había sido ampliamente utilizada durante la Segunda Guerra Mundial en el enfrentamiento con los fascismos. Paralelismos entre el uso de la cartografía en ambos conflictos pueden encontrarse al cotejar los mapas de la Guerra Fría, con documentales cinematográficos de propaganda financiados por el ejército estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial, como la ampliamente difundida serie Why we fight, dirigida por Frank Capra. Sus mapas fueron animados por los estudios Disney y exhibían la misma modalidad de representación del enemigo como una mancha negra de avance incontenible que fue utilizada durante la Guerra Fría [...] (pág.38) “Es preciso señalar, que en los mapas de la época el enemigo era mostrado como una sombra oscura o una mancha de tinta que se expandía, presionando sobre las barreras de contención que se le interponían y colándose por sus brechas. Justamente, la contención, principio de la política exterior estadounidense desde la administración de Harry Truman (1945-1953), era la contracara necesaria de esa expansión que exigía una vigilancia alerta capaz de frustrar los objetivos imperialistas y universalistas del comunismo hasta llevarlo a su colapso. La asociación del comunismo con el color rojo agregaba, en algunos casos, otra nota siniestra al remitir a la sangre. También es destacable que era común la presentación del expansionismo soviético como una nueva forma de imperio [Imagen 33], en una narrativa histórica que lo emparentaba ineludiblemente con la conquista nazi de Europa, pero también con imperios más antiguos, especialmente con el de los zares rusos e incluso remontándose a Gengis Ka [Imagen 34]” (p.41) • Fisonomía de un régimen totalitario: fotografías y caricaturas que mostraban represión, culto al líder, hambre y miseria, comparando al estalinismo con el nazismo. • El expansionismo imperialista: imágenes de atrocidades en Asia, del hambre en China o de levantamientos en Berlín y Hungría, usadas a menudo de forma descontextualizada y estandarizada. Un ejemplo que analiza Adrover: “La miseria y el hambre, asociadas a la vida cotidiana de los berlineses orientales, fueron –como ya fue mencionado– frecuentemente representadas por fotografías de familias corriendo innumerables riesgos para aprovisionarse de víveres en el sector occidental. La prensa uruguaya explotó también, en relación con este aspecto, imágenes vinculadas a Corea y China. En este último caso se destaca la publicación por parte de la Revista Mundial de una nota acompañada por fotografías del reportaje de Harrison Forman –reportero gráfico que trabajó para el periódico New York Times y la revista National Geographic– en las que se retrataba a la población china golpeada por la hambruna.
3 La fotografía en primer plano, que documenta la desesperación de un campesino chino obligado a comer cortezas de árboles ante la falta de alimento [Imagen 13], acompañada por la toma panorámica de una fila de árboles despojados de su corteza a la vera de un camino [Imagen 12], constituye un testimonio muy expresivo de lo que se interpretaba como humillación, la pérdida de la dignidad humana y animalización a la que arrastraba el comunismo a los pueblos que dominaba, en contraste con la prosperidad y oportunidades que brindaba el “mundo libre”. No obstante, las imágenes de Forman sufrieron también un uso descontextualizado, corriente en este tipo de imaginería anticomunista: las fotografías habían sido tomadas durante la hambruna de Henan en el marco de la invasión japonesa a China entre 1942 y 1943 [Imagen 14], y sin embargo en la Revista Mundial ilustraban una nota sobre la miseria en el régimen de Mao. El reencuadre, la asociación de imágenes y sobre todo su descontextualización constituían estrategias usuales en la iconografía anticomunista. En este caso, la imagen en primer plano del hombre comiendo la corteza de un árbol es un reencuadre de una fotografía original en que se puede observar que el árbol se encontraba en un cantero con un edificio al fondo. Esto ubica la escena en un espacio en cierta medida urbanizado, que contrasta con la fotografía que la acompañaba en la nota de la Revista Mundial, mostrando un espacio rural desolado con árboles depredados por las víctimas de la hambruna. A su vez, en la fotografía original del hombre hambriento pueden verse en segundo plano as piernas de otra persona que observaba la escena, lo que sugiere que pudo ser recreada especialmente para el fotógrafo. El reencuadre quitó estos elementos al tiempo que todo el conjunto de fotografías era descontextualizado intencionadamente” (pp.24 y 25) • Campos de trabajo forzado: representados a través de dibujos sombríos, que remarcaban la deshumanización y la violencia del régimen soviético. • Animalización del comunismo: caricaturas que lo representaban como un oso, un buitre, una araña o una serpiente, símbolos de brutalidad, oportunismo, conspiración y traición. Así lo explica Adrover: “En lo que respecta a la proyección internacional del comunismo, cabe destacar la insistencia en el carácter agresivo, belicista e imperialista de la Unión Soviética y su despliegue de redes de espionaje a nivel mundial. Este expansionismo era expuesto a través de dos tipos de imágenes claramente identificables, que referían a dos asuntos clave. Por un lado, fotografías con pocas referencias espacio-temporales y sin fuente clara, aparecidas mayormente en las páginas internacionales de la prensa montevideana, en las que el contexto –generalmente breves notas o cables de la sección de noticias internacionales– las identificaba como representaciones de la barbarie que implicaba el imperialismo soviético: ejecuciones sumarias, campos de prisioneros, asesinatos masivos y fosas comunes [...]” (pág.31) “El otro tipo de imágenes lo constituyen caricaturas políticas tomadas de la prensa internacional, también publicadas en los diarios uruguayos de la época, en los que se fue afianzando la representación figurada de la Unión Soviética mediante ciertos animales. El más habitual era el oso, ya utilizado en Europa desde el siglo XIX para la representación de Rusia. Si bien su utilización no era nueva, durante los primeros años de la guerra fría se convirtió en un lugar común cada vez más recurrente a nivel global y regional –como muestra el trabajo del historiador brasileño Rodrigo Patto–